Recuerdo que era verano y estaba en los años de Universidad, eran tiempos en los que yo andaba terminando Agrónomos . Como tantas otras veces acudí a la Biblioteca Pública de mi barrio en Oviedo. Aquella fue una época en la que yo tenía que estudiar siempre en verano para mantener la beca ( esas que ahora ciertos canallas del gobierno quieren quitar) y también tenía que ayudar muchas noches en el negocio familiar. Allí , entre otros miles de libros me estaban esperando unas curiosas y personales miradas sobre «El Imperio» , un fascinante libro sobre la Unión Soviética que yo iba a leer de forma compulsiva en un par de días.
Aquel fue el primer libro que leí de un escritor del que había oído hablar varias veces a Sofia, la bibliotecaria del barrio, se trataba de un autor de nombre casi impronunciable: Ryszard Kapuscinski. El libro lo devoré y recuerdo haber tomado algunas notas sin saber que años mas tarde yo recorrería aquella vieja URSS a lomos primero del Transiberiano para luego adentrarme por los desconocidos tanes . Aquella mirada de Kapuscinski me ayudaba a entender algo de la vieja Rusia junto al caos geopolítico, étnico y religioso que es Asia Central . Todo ello lo pude sentir en carne propia al viajar tanto por la madre Rusia como por las antiguas repúblicas soviéticas de Uzbekistán y Kirguistán.
Siempre me fascinaron aquellos valores de independencia y de denuncia al poder con aquella legendaria frase de que «El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse….»
Con el tiempo llegaron las lecturas de todos los libros de Kapuscinski. A lomos de su extraordinaria prosa pude viajar con humildad y sencillez por diferentes partes del mundo, con ellos pude entender algunas de las complejas realidades del mundo que nos ha tocado vivir. Las miradas magistrales del continente africano con Ébano merecen sin duda siempre un capítulo aparte. Aquella pieza supone como pocas la forma ideal para tratar de entender algo del caos geopolitico, étnico y humano que supusieron tanto la descolonización como los diversos conflictos del continente negro. Decía Jacinto Antón al referirse a Patrick Leigh Fermor una frase humanista viajera que emociona como pocas y que también debe trasladarse a Kapuscinski: «Y la gente… la gente es lo mejor: se abre al joven viajero, mostrándole lo más recóndito de su alma, entregada, frente al inofensivo y joven testigo, a un monólogo en el que laten, prístinas, directas, las vidas, las esperanzas y los sueños de un tiempo perdido…..».
Ahora puedo ver el tiempo transcurrido y mirar en perspectiva para reflexionar con calma sobre todo lo que ha venido después, muchos viajes y libros que han acompañando mi formación, educación y personalidad. Me gustan mucho las palabras maestro y mentor como ya escribí de ello no hace mucho en mi otro blog. Y ahí es donde aparecen de primera mano las vidas y obras de gente como el bueno de Kapuscinski. Son esas leyendas viajeras a las que poco a poco voy a ir honrando aquí , les debo mucho y escribir sobre esa gente me permite mantener la perspectiva y el agradecimiento. Quiero trasladar al mundo un cariño eterno que siento tanto por sus vidas como por sus obras.
Aquellos sueños que siempre he tenido de conocer el mundo , sus gentes y culturas lo definió mejor que nadie el gran reportero polaco con : “La mejor forma de conocer el mundo es hacer amistad con el mundo. Existe una conexión entre nuestro destino personal y la presencia de miles de personas y cosas de cuya existencia no sabíamos o no sabemos nada y que pueden influir, de hecho influyen, del modo más asombroso, en nuestra vida y su desarrollo, de tal forma que, al menos por nuestro propio interés deberíamos esforzarnos en conocer no sólo lo que está aquí sino también lo que está allá, en algún lugar a gran distancia en nuestro planeta.”
Desde aquella primera lectura siento a Kapuscinski como un referente, como una persona cercana y como un maestro . Resulta emotivo pensar en alguien así siendo un completo desconocido y es complicado hablar así de una persona a la que nunca has podido ver, pero el gran viajero polaco representa una forma humanista de mirar con la que siempre me he identificado.
El gran Kapuscinski es considerado por muchos como el Maestro de periodistas reporteros, pero también se puede considerar como un viajero humanista que defendió siempre una manera de mirar y de relacionarse con el Otro.
Fueron probablemente la sencillez y la humildad dos de los valores que mejor representaban al viajero polaco. Uno nunca podrá olvidar aquellas miradas hambrientas de joven inquieto y curioso por descubrir mundo. A través de aquellas lecturas yo también dije la legendaria frase de «Quiero cruzar la frontera«.
Nunca podremos olvidar las primeras veces que cruzamos las fronteras, y es que como Kapuscinski yo también parecía un provinciano que solamente podía superar con arrojo aquellos primeros miedos a lo desconocido. Y es ahora cuando pienso a menudo en algunos de aquellos libros y en todas las grandes lecturas que me han acompañado como las de aquel maravilloso viaje eterno con Heródoto.
Y es allí , en tierras lejanas, donde descubrimos que el verdadero aprendizaje muchas veces consiste simplemente en cruzar las fronteras. En aquellos caminos recorridos vemos como se cruzan libros con viajes y los antiguos sueños se van acoplando con realidades y vivencias que nos demuestran siempre que lo verdaderamente importante no son los lugares, lo que nos marca son aquellas gentes que aparecen en nuestro camino...
Gracias Maestro…
Hoy la cita es: «La hospitalidad entiende el encuentro con otra persona como un acontecimiento, como una oportunidad y una fiesta. Nunca como un problema» Ryszard Kapuscinski
Me encanto esta historia.
Unas citas preciosas, y mas ciertas no podrían ser.
http://www.callerural.com
Todo un aventurero, admirable.
Hola Pau. Un grande el amigo Kapuscinski
Brillante amigo Iván!