Escribo con calma, hace tiempo que no escribía en mi blog de siempre de «Ciudadano en el Mundo «. Han ido pasando las semanas y reparto el tiempo con su blog hermano Viajaprende y en los posts de Leer y Viajar, así como en los Proyectos de Trendtrotters.
Como quien no quiere la cosa escribo este último post sobre el Transiberiano un año antes de empezar ese maravilloso e inolvidable viaje. Todo ello cuando estoy a punto de salir de nuevo de viaje el cinco de agosto. En esta ocasión viajar para sentir, vivir, ver y saborear algunas de las partes de la legendaria Ruta de la Seda. Tengo visa para entrar en Uzbekistán y China , pero no para Kyrzguistán. Así que el camino, el tiempo y la burocracia me van a decir los sitios a visitar.
En estos tiempos en los que se escribe a toda prisa me gusta recordar el estilo pausado y sosegado del maestro escritor de la literatura de viajes Sir Patrick Leigh Fermor . El legendario Paddy al que tanto admiro tardó la friolera de cuarenta años en escribir sus aventuras atravesando Europa durante el año 1933 . Esa templanza en el discurrir del tiempo y los recuerdos le llevó a escribir uno de los más maravillosos libros de viajes que se han escrito jamás : El tiempo de los regalos.
Desgraciadamente Leigh Fermor nos ha dejado ( falleció el 10 de Junio de 2011), pero ese tiempo de silencio me vale en ocasiones para recordar con reposo y calma los viajes, las experiencias y las vivencias. Ahora pienso que mi estilo es pausado, sosegado y que quizá por la madurez va necesitando el discurrir del tiempo entre la vivencia y lo escrito. Con cierta calma pienso que aún me quedan por escribir muchos posts de la vuelta al mundo : China, Japón, Laos, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Algún día prometo escribirlos , mientras tanto esas notas permanecen inalteradas en una docena de libretas Moleskine , en cientos de fotografías y en el corazoncito de mi alma 😉
Y de repente hoy vuelvo a escribir y a recordar. Doy vueltas a la cama y me veo muy lejos, amanece en la lejana capital China. Beijing nos recibe con el agradable sonido de pájaros en el patio del Heyuan International hostel que nos sirve como hogar tan solo una noche. Tras un genial desayuno Claudia y yo nos despedimos de Susana y Gianluigi y nos dirijimos al Pekín Yard hostel donde habíamos hecho la reserva. Un sensacional y atractivo Hostel que me hace pensar que los chinos aprenden muy rápido, ya son uno de las primeros países receptores de turistas y en muchos lugares han sabido atraer al mercado de los backpackers.
Caminar por Pekín, perderse en sus calles, desplazarse en el metro u observar lo que tienes a tu alrededor muestra a simple vista el cambio y la evolución que ha permitido a China colocarse como super potencia económica. Un desarrollo económico que lleva parejo desigualdades sociales, problemas ambientales y un sinfin de problemas en las libertades civiles y de expresión.
Nuestras visitas en la ciudad resultan una mezcla entre el vagabundeo absoluto y los sitios que todo el mundo visita. No disponemos de muchos días, yo tan solo tengo tres noches en la capital china y otra que quiero dedicar a una cuenta pendiente : visitar Shanhaiguan y ver la muralla china desde el Océano Pacífico. Y la verdad es que tengo que decir que estoy muy feliz de estar haciendo el viaje con una mujer como Claudia 😉
Durante la vuelta al mundo no pude visitar Shanhaiguan, este lugar situado en la costa china lo tenía marcado entre mis inquietudes viajeras. Y creo que sin duda es un bonito final del Transiberiano. Llegar a ver el Océano Pacífico en las costas de China y poder sentir el mar es algo que me atrae. Ello me permite saborear la inmensa distancia recorrida desde la ya lejana San Petersburgo. Sentir los distintos mares y ver los contrastes, la diversidad y la adaptación a diferentes realidades culturales, sociales y económicas que acompaña un viaje de estas características.
Así que como quien no quiere la cosa veo como queda muy atrás aquella fresca mañana en el Palacio de Peterhof en la bella San Petersburgo. Todo ello me da la perspectiva necesaria para saborear lo vivido en el maravilloso viaje. Al ver la distancia y todo lo que hemos recorrido me siento inmensamente feliz al recrearme ante las experiencias y la aventura en su pura esencia .
Llegamos a nuestro nuevo hostel, el Pekin Yard hostel es un lugar tremendamente agradable y como tantos hostels es un espacio creativo, cosmopolita y viajero que hace a uno sentirse como en casa. Dejamos nuestras mochilas, desayunamos tranquilamente y nos disponemos a salir de inmediato a explorar los rincones y contradiciones de una gran capital como es Pekín. Los días en la ciudad pasan y se suceden situaciones de todo tipo, y es que al viajar en China las anécdotas aparecen en cada esquina, en cada restaurante hay una historia que recordar, simplemente al salir a la calle ocurren cosas . Perderte por las calles al oscurecer nos permite descubrir los barrios de ciudadanos de a pie, esos que te hacen tomar el verdadero pulso a la ciudad.
Pero como cualquier occidental más acudimos a los grandes reclamos turísticos de la ciudad. La mañana en el Templo del Cielo nos regala unas preciosas horas, las sonrisas de muchas familias nos lleva a Claudia y a mi a aparecer en infinidad de fotografías de ciudadanos chinos ávidos de poseer una foto con ciudadanos occidentales. Imagino que muchas de esas fotos serán mostradas a amigos y familiares, en esos momentos recuerdo cuando en estaba dando la vuelta al mundo y era parado en infinidad de ciudades chinas, desde los padres de familia a los estudiantes universitarios. El objetivo siempre era el mismo :sacarse una foto con ese joven venido de lejos.
Visitamos Beihai Park donde disfrutamos de un precioso atardecer, atrás habían quedado varias horas en una masificada Ciudad Prohibida. Los turistas chinos aparecen como una plaga, y la visita a veces resulta agotadora. Miles y miles de personas se agolpan delante de cada templo, aparecen por todos lados, el lugar es digno de visitar pero cada vez me siento más sofocado por la inmensa marea humana que se agolpa a nuestro alrededor.
La plaza de Tiananmen es algo más que la plaza más grande del mundo, es así mismo un lugar que trae recuerdos de lucha por libertades sociales. Como ya sabía no hay bancos donde sentarse, es un lugar amplio e inmenso pero muestra una tristeza que me hace recordar a los que aquí perdieron la vida. Policias de uniforme y militares de incógnito, hay miradas que delatan y la verdad es que deseo largarme cuanto antes de esa plaza de infame recuerdo.
Llegamos por la noche agotados al hostel, hemos cenado un día en un restaurante chino donde no conseguimos entender nada, y la última noche nos reencontramos con Susana y Gianluigi en una cena memorable. Al día siguiente Claudia y yo nos vamos a Shanhaiguan, esa ciudad que permite ver el mar será mi última etapa antes de regresar a casa. Tras un viaje de tres horas en bus llegamos, partimos de una estación con los logos de ALSA. La compañía de autobuses de mi Asturias natal está presente sen China, y como si de un cruce de caminos se tratará es donde sacamos los billetes para acabar nuestro viaje.
Shanhaiguan nos recoge como esas ciudades de provincias chinas alejadas de los circuitos turísticos tradicionales , desprovista de la belleza y orden prefijada para agradar nos muestra la realidad de miles de localidades chinas. Decidimos coger un taxi local para llegar a la parte vieja ( restaurada) de la ciudad, el taxista empieza por los hoteles de muchas estrellas hasta que le indico que no, que buscamos un alojamiento barato del que tengo constancia.
Tras sus risas y el incesante regateo llegamos a la parte vieja y a nuestro hotel. El lugar es un contraste entre el bello edificio de su arquitectura con la frialdad de las monásticas habitaciones . Uno a veces se queda estupefacto tanto en China como en España ante la frialdad de ciertos alojamientos, incluida la sonrisa de la recepcionista china que apenas entiende nada de lo que le decimos. Al lado de su mostrador aparecen los sonidos del televisor y de una película que ya quisiera llegar a ser de serie b.
La ciudad nos muestra el sol y la lluvia, el día y la noche, la modernidad y el pasado. Como si de un sueño se tratara caminamos por la muralla y vemos el mar, la arena de la playa y nuestras sonrisas se cruzan con las miradas de los turistas chinos. Tanto a Claudia como a mi nos invade la felicidad absoluta, somos conscientes de que el Transiberiano se ha acabado y de que hemos tenido momentos memorables . Nos quedan escasas 24 horas para separarnos y es allí entre flores y el mar donde saboreamos la penúltima jornada del viaje. De nuevo el mar se cruza en mi camino , es ahora en la lejanía del Océano Pacífico en la remota China donde uno se siente realizado ante el camino recorrido. El cúmulo de experiencias vividas en un mes ha superado nuestras expectativas y solamente hay que dar gracias porque todo ha salido bien.
Y como quien no quiere la cosa decidimos que nuestra vuelta a Beijing tenía que ser en tren, y reencontramos con ese medio de transporte en un cercanías chino. Tanto familias como estudiantes y trabajadores de todo tipo van camino de Beijing, la gran capital espera a miles de emigrantes cada día y nosotros tenemos cuatro horas por delante.
Y es allí entre la multitud de un tren abarrotado donde entramos nosotros. Nada más entrar somos el foco donde se concentran todas las miradas, los cuchicheos y las sonrisas. Como en tantos trenes por el mundo la hospitalidad entre viajeros hace que a las primeras de cambio aparezcan ofrecimientos para compartir comida. Los vagones están invadidos de gente, posamos las mochilas en el pasillo y nos sentamos encima ante las sonrisas de decenas de ciudadanos chinos con los que tenemos el gusto de compartir vagón.
Y es así , rodeados de sonrisas y en el pasillo de un tren chino como acabamos nuestro trayecto en un viaje que lleva impresa las huellas del viajar como antes . El Transiberiano es uno de los grandes viajes que quedan sobre la faz de la Tierra. Un viaje especial, romántico y literario que queda al alcance de quien sueñe con una forma de viajar lenta y sin prisas. Un tren que nos ha llevado desde la aristócrata San Petersburgo hasta la lejana Pekín. Atrás quedaban las vivencias y los lugares recorridos en el Tren más legendario del mundo.
Un sueño realizado para dos humildes viajeros que semanas antes se encontraban en una lejana y bella San Petersburgo. Es hora de volver , este viaje se ha acabado pero estoy seguro de que dentro de poco volveré a pisar tierras Chinas. Y un día no muy lejano espero volver a hacer ese legendario y mágico viaje en tren llamado TRANSIBERIANO.
Hoy la cita es :
«Creía que era una aventura pero en realidad era La Vida» Joseph Conrad
@ Alsa: Una bonita curiosidad encontraros igualmente por allí;)
@Wuhe: Gracias por el comentario, la guía que uso es la Rough Guide
Disfruto con tus entradas! He vivido hasta octubre en China y me he sentido muy identificado y he recordado grandes momentos con tus historias, sigue así! Por cierto, tu guía de China es la de Frommer’s?
Hola Iván, nos ha encantado tu post.
Nos alegra que nos encontraras en tierras tan lejanas.
Un saludo 🙂
Hola Claudia. Sin duda que el Transiberiano es un viaje inolvidable en todos los aspectos 😉 Yo creo que es un viaje que se puede repetir varias veces por las diversas rutas y explorando diversas ciudades.
me ha encantado! qué viaje ese, podría volver a hacer el transiberiano ya mismo, fue una grata experiencia que creo que nos cambió la vida a los dos.