Escribo ahora mismo emocionado tras haber dejado atrás la vieja y eterna Constantinopla. Ahora estoy en el agradable Shanti Hostel desde Skopje en la capital de Macedonia , y es en su terraza llena de colorido desde donde intento juntar letras para expresar algunas de mis emociones. Tengo a pocos minutos de distancia la estatua de Alejandro Magno y como si de un reflejo de la Historia fuera se acopla al especial viaje que estoy realizando. Los aires del Bósforo ya quedan lejos y en estos momentos trato de poner en orden algunas de las sensaciones y experiencias que he podido vivir los pasados días en Estambul.
Hay lugares que forman sin saberlo parte de nosotros mismos, a lo mejor es una mezcla confusa de los libros leídos, de los viajes realizados y de los sueños que siempre tuvimos. En ese confuso espectro aparecen ante nosotros muchos lugares a los que un día debemos llegar.
Así era como desde hace años tenía en mente llegar a la vieja Constantinopla, los sueños de conocer la legendaria ciudad se juntaban con aquella enigmática ventana y el llegar quizá con una mujer amada . Todo ese conglomerado de ideas se convirtieron durante algunos meses en un sueño repetido que me hizo pensar sobre tan especial enclave.Estambul era un marco que quería conocer cuando las circunstancias de la vida lo decidieran. Un viaje con significado para sentir ese espectacular caleidoscopio de colores, olores, contrastes, lugares y gentes. Un enclave marcado con letras de oro en la Historia del mundo y donde el asombro unido a la sorpresa acecha en cada esquina de tan increíble lugar. Una ciudad que sirve como puente entre Europa y Asia y en la que sentí algunas sensaciones inexplicables que me hicieron sentir unas emociones indescriptibles para proyectar mi futuro.
Hace años leí una entrevista a una escritor querido en la que decía aquello de que » la felicidad eran pequeños momentos de intensidad» . Son esos momentos los que pude vivir en Estambul, quizás los que me llevaron a dar gracias a la vida, a la gente que me quiere, a los libros que siempre me han acompañado y a una vieja mochila que lleva conmigo desde hace más de una década.
Y como decía el bueno de Jacinto Antón sobre nuestro admirado Patrick Leigh Fermor : » Le imaginábamos siempre en el camino, eternamente joven, avanzando hacia la meta de todos sus sueños -y los nuestros-: Constantinopla» , » Crucemos los dedos para que al fin, siguiendo la estela del último gran personaje romántico de nuestro tiempo, lleguemos con él a Constantinopla iluminados por el deslumbrante esplendor de su recuerdo».
Y no pude encontrar mejor excusa para llegar a Estambul que honrar la memoria del mejor escritor de viajes del siglo XX. El bueno de Patrick Leigh Fermor iluminó parte de mi vida con una luz que solamente está reservada para esa gente que acopla la bondad y el humanismo como sello de identidad de su personalidad.
Y como si fuera parte de la magia del momento y de todos los recuerdos pude acoplar el viaje con aquel Tiempo de los Regalos del viajero eterno a Bizanzio. Antes de llegar a Estambul quería explorar esos rincones de Bulgaria y Rumania que el bueno de Paddy atravesó en los años treinta del pasado siglo.
Sentir de nuevo como propio aquello del joven que caminaba en el crepúsculo » donde la arquitectura se adorna con una fascinación romántica, la historia rezuma sin cesar como una bebida embriagante y la gente…, la gente es lo mejor: se abre al joven viajero, mostrándole lo más recóndito de su alma, entregada, frente al inofensivo y joven testigo, a un monólogo en el que laten, prístinas, directas, las vidas, las esperanzas y los sueños de un tiempo perdido».
Bajo el fascinante atardecer que une Europa con Asia me enteré de la gran noticia, que Artemis Cooper ha preparado la Biografia sobre el mito con un nombre tan mágico y especial como » An Adventure» . Así se unía el pasado con el presente, su viaje con el que yo realizaba en su honor.
Atrás quedan los atardeceres mágicos sentado hipnotizado frente al Puente Gálata , mezquitas resplandecientes que sirven de porte mágico a todos los barcos que veo partir o llegar. Pero ese brillo no podía estar sin el humanismo de todo el crisol de gentes que marcan el verdadero tiempo de los regalos. Una ciudad fascinante va pareja a la gente sensacional que he conocido durante los once días que allí he estado. Ese encuentro mágico que honra el viajar y que embellece todavía más un lugar debido a la conexión que se establece cuando la gente aparece en el momento y lugar adecuado.
Unas sensaciones y experiencias donde como dijo Robert Byron el viaje se convierte en la mejor educación humanística posible. Y mientras cierro los ojos, vienen y van los recuerdos de un lugar del que puede asegurar que nunca se las llevará el viento. El tributo a un mito en el mejor lugar posible, la vieja y eterna Constantinopla. Gracias querido Paddy ….
Hoy la cita es : «Viajo por placer y por curiosidad» Sir Patrick Leigh Fermor
Gracias Dani, un fuerte abrazo de vuelta y espero que nos encontremos estos meses
Me ha encantado tu relato tan lleno de intensas emociones Iván.
¡Te mando un abrazo! Daniel
Hola Alfonso. Gracias por tu comentario y por los deseos, me alegro que te guste el blog, simplemente escribo historias sobre mis emociones y sensaciones cuando viajo. Un saludo y buenos viajes
Me ha encantado la manera en que estás relatando tus viajes… Engancha! Una pasada de viaje el que estás realizando por el casi-europeo Este!
Un abrazo y que vaya muy bien!
Un saludo viajero
Gracias por tus palabras amigo Pau. La vida sería aburrida sin ese romanticismo 🙂
Eres grande Iván, un viajero romántico como pocos 😀
Gracias Jose.
Creo que en Estambul puedes sacar algunas de las fotos de tu vida. Un lugar mágico y espectacular, no te decepcionará. Sus contrastes y el sentimiento de cruce de caminos es algo sumamente especial.
Un fuerte abrazo
La verdad que leyendo tu crónica me entran todavía más ganas de viajar a esa ciudad…
Tengo que anotarla en la lista de próximas visitas 🙂
Muy buena entrada… sigue disfrutando del viaje y hacernos disfrutar a nosotros con tus palabras.
Un abrazo!
Jose.
Hola Elena.
La verdad es que es una ciudad que imaginaba que me impresionaría, pero se dieron muchas circunstancias para hacer mágicos los días. El libro de Leigh Fermor es uno de los más importantes de mi vida por muchas razones.
Un abrazo y gracias por pasarte
Hola Iván,
He estado siguiendo tus días en Estambul a través de twitter y con ellos has reavivado las mismas sensaciones que tuve cuando yo viajé allí, también acompañada por el mismo libro y también hipnotizada por los atardeceres de la ciudad.
Saludos