A veces ir a un lugar llega de la forma más sencilla e inesperada, en algunas de esas ocasiones el motivo puede ser tan simple como el haber pasado las páginas de un libro. A lo largo de los tiempos, la lectura ha sido una de las principales semillas para desear partir y buscar lugares, historias, aventuras y gentes. A través de la realidad y de la fabulación de las letras interconectadas se ha llegado a viajes y aventuras legendarias.
Siempre he sentido esa fascinante llama conectada entre las lectura y los viajes. Hace años, estando más mal que bien tuve la suerte de que un gran libro se cruzase en mi camino. Se trataba de » El Tiempo de los Regalos » del británico Patrick Leigh Fermor. Creo que el encuentro con aquel libro me daba la fuerza y perseverancia necesaria para luchar por conseguir hacer aquel viaje soñado de dar la Vuelta al Mundo. Todavía puedo recordar la luz cegadora con la que se produjo un flechazo hipnótico y aquel brillo con el que me encontraba en una Biblioteca Pública.
Recuerdo haber leído de forma voraz aquel libro y su continuación de «Entre los bosques y el agua». Dentro de aquellas páginas encontré un viaje mítico atravesando Europa en los años treinta del pasado siglo. Unos libros llenos de magia, pasión, alma, vida y aventura en estado puro. Leyendo aquellos dos libros uno vive esa fascinante historia y comprende que estamos ante una trilogía inacabada donde faltaba el tercer y último libro. Y es que nadie podía saber si se terminaría el legendario viaje llegando a Constantinopla (actual Estambul). Posteriormente supimos que aquella fantástica aventura solamente tendría final a partir del fallecimiento del genial autor.
Hoy ya sabemos que tras la muerte de Paddy tendremos el libro final y que llegaremos a Constantinopla para concluir ese viaje eterno e imperecedero. Viajaremos dentro de poco a aquellos años treinta del pasado siglo en los que tuvo lugar el fascinante periplo nómada. Y ahora curiosamente sin quererlo estamos en pleno siglo XXI y vemos como de nuevo la vieja Europa está sumida en dramas que recuerdan a los de aquellos tiempos en los que Paddy la atravesó.
En años posteriores y tras la contienda de la Segunda Guerra Mundial parte de Europa quedaba encerrada bajo la dictadura comunista . Países que Leigh Fermor atravesó fueron más tarde llamados del Este y se convertían en una órbita del Imperio Rojo de Moscú. Enamorado de la vida , de las gentes y de aquellos lugares finalmente encontró su lugar en una cercana Grecia que le acogió y a la que abrazó con toda su alma. De esa pasión fueron aquellos legendarios libro con los que nos llevó a lomos de su alma poética para descubrir Mani y Roumeli.
Durante décadas miles de lectores- viajeros hemos estado esperando aquel tercer libro que diera final al Tiempo de los Regalos . Unos decían que Leigh Fermor estaba escribiendo aquel manuscrito y otros argumentaban que no escribirlo agrandaría la leyenda . Incluso se supo que Leigh Fermor aprendió muy tarde a escribir a máquina pues siempre le había gustado el arte clásico de escribir a mano.
Sea lo que fuere, ese tercer libro nos tenía que llevar desde tierras de Rumania y Bulgaria a una Constantinopla que sería el final de aquel viaje iniciático. El anciano Fermor escribió para dejarnos su aventura trotamundos como joven autodidacta que amaba profundamente los libros y las gentes.
Paddy fue coronado desde hace décadas en el Olimpo de la Literatura de viajes tras su memorable viaje caminando desde Holanda a Constantinopla en el año 1933. Aventurarme en la zona que dará parte a su tomo final es mi nuevo viaje y simplemente es una forma de honrar su legado. Quizá me encuentre de nuevo son su alma entre aquellos legendarios monasterios balcánicos que hicieron aquel tiempo para callar . Puede que me toque conversar de la vida o de libros con algún ciudadano local o tomar yogures y cervezas en el mercado popular. Encuentre lo que encuentre y ocurra lo que ocurra, voy a viajar por la zona unos ochenta años después de aquel viaje del maestro Fermor.
Voy a tratar de conocer y sentir algunos de esos lugares que dentro de meses darán forma a ese libro final que tanto espero y deseo leer. Creo que simplemente es una excusa para viajar por los sueños y así poder llegar a conocer de primera mano lugares fascinantes y gentes . Pero en el fondo, es un homenaje de lo que siento y de lo agradecido que estoy por todos esos libros importantes y especiales que he encontrado a lo largo de mi vida.
Su curiosidad intelectual es la viva imagen de la inquietud viajera por excelencia. «Solvitur ambulando» – se resuelve andando– le dijo Leigh Fermor al mítico Bruce Chatwin del que era amigo y mentor.
Y quizá con esa sencilla frase se define la vida del mítico viajero y de todos aquellos que le admiramos y le queremos…
Hoy la cita es: «Viajo por placer y por curiosidad» Patrick Leigh Fermor
@Pablo: Gracias de nuevo por tu comentario. Lo cierto es que Leigh Fermor tiene algo de romántico, de especial, de héroes noble y de viajero infatigable. Como bien dices, el encontrarse de casualidad o no con sus libros marca muchas veces un antes o después. Larga vida al viajero eterno a Constantinopla 🙂
hola Ivan, debo decir que cada vez que veo escrito el nombre de Paddy en una página o en el diario o en donde sea me lanzo sobre el escrito deseando encontrar algo nuevo, algo que me sorprenda y sí, todo lo que encuentro me sigue sorprendiendo. Paddy es una especie de inacabable cofre de sorpresas. Lo «descubrí» sin querer y hasta soñé que un día haría algo parecido: andar caminando de punta a punta Europa, como un místico, un poeta enloquecido que se deja la vida en el camino por sus sueños, un «sabio itinerante». Yo creo que Paddy hizo posible que esos sueños que muchos de nosotros tenemos se hicieran realidad y se hacen verdad cada vez que vamos a sus bellísimas páginas. Por allí encontré una web en inglés de un chico que está haciendo el mismo camino que en el pasado hizo Leigh Fermor. Yo no sé si tú lo harás caminando esa última parte a la que te refieres, sea como sea que lo hagas seguro que será también un sueño cumplido, ¿no?. Mucha suerte, estaré atento y enviandote mis mejores deseos. Tú que ya has emprendido varios caminos sabes bien eso de que las cosas se resuelven andando. Un abazo
@Pau: Aquí andamos ya en estos cruces de caminos de la vieja Europa del Este. Un abrazo compañero
@JR: Ya sabes aquello que dicen “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro” 🙂
Buen viaje Iván, y que encuentres el legado del mito 😉
Sólo el que lo experimenta puede saber cuán felices somos cuando abrimos un libro o recorremos un kilómetro de nuestro viaje.
Un abrazo.