La semana pasada he estado por los Países Bajos ,por motivos personales y profesionales me he acercado a Amsterdam y a Brujas. Pero no voy a hablar de la belleza obvia y conocida de estas dos grandes ciudades . En el post me voy a dejar llevar por el tiempo y quiero viajar por la Historia de un lugar no demasiado conocido para las masas de turistas que invaden las dos ciudades anteriormente citadas. La verdad es que no me sale demasiado escribir sobre sitios tan masificados y donde los turistas invaden la mayor parte de las calles del centro de las ciudades. Por alguna extraña razón cuando tengo a decenas de personas sacando fotos a mi alrededor no me siento demasiado a gusto, empiezo rápidamente a buscar otros espacios menos congestionados.
Aprovechando la visita a Brujas me acerqué a ver a mi amigo flamengo Joren, el destino de la beca Erasmus hizo que nos encontrásemos hace años en Portugal. Una amistad con este poliglota, viajero trotamundos, lector compulsivo y apasionado por la Historia. El amigo Joren es uno de esas imperecederas amistades gracias al programa de intercambio de estudiantes universitarios Erasmus. Aquel año en Portugal y sucesivos viajes por Europa nos llevaron a compartir diversos viajes y momentos. Ahora de nuevo nos reencontrábamos, y era en su tierra natal: Flandes.
Mi amigo Joren me tenía preparada una visita al infierno de la Primera Guerra Mundial. Su tierra flamenga siempre ha sido un lugar a medio camino entre Francia y Alemania, por ello ha sufrido a lo largo de la Historia innumerables conflictos, desde los tercios españoles, a Napoleón , pasando como no por los terribles años de las dos grandes guerras mundiales que han asolado sus tierras durante los conflictos del pasado siglo.
Un » road trip» por la campiña flamenga para viajar a lo largo de la Historia y del horror de la guerra, un viaje a través de las terrorificas batallas e historias de la Primera Guerra Mundial. A lo largo de todo el día navegamos entre el pasado y el presente, a través de la batalla de Passchendaele, para luego pasar a la batalla de la colina 60. A poco que uno cierre los ojos podía hacer un salto en el tiempo y ver a través de la Historia para encontrarse con el fuego cruzado. Allí, entre fantasmas veíamos a las tropas aliadas luchar a brazo partido contra los alemanes.
Como suele ocurrir en las guerras, la población civil sufre de primera mano las consecuencias y miserias de la guerra, a pocos metros miles de jóvenes soldados luchaban y perdían sus vidas en el frente. Con esos millones de vidas se iban todos sus sueños, sus proyectos, sus amores, con el olor de la metralla y la pólvora se iba toda posibilidad de proyectar unas vidas y un futuro. Destrucción, muerte y guerra, tres palabras que desgraciadamente van parejas a la Historia del ser humano.
Allí pudimos viajar en el tiempo , dejarnos ir y regresar al pasado. La guerra era lejana al atravesar lo que hoy en día son los campos llenos de granjas, de vacas, de cultivos de cereales. Pero a lo lejos cuando cierras los ojos tu corazón se estremece, vuelve el sonido de disparos, resuenan a lo lejos las explosiones, el putrefacto olor de la muerte se mete por tus entrañas e intuyes la demencial locura humana. Son los campos de Flandes, donde resuenan los ecos del pasado y de las batallas, y pese al cielo azul de hoy podemos escuchar los relámpagos y los disparos que suenan en una mañana tenebrosa donde no para de llover.
El suelo se llena de cadáveres, puedo ver a miles de jóvenes veinteañeros que con un último suspiro tratan de aferrarse con todas sus fuerzas a una vida y a un futuro que se les va. En unos segundos entran en la paz eterna y ya no puden oir el ensordecedor ruido que hay a lo lejos. Es allí , tras una colina donde el brillo cegador se acopla a decenas de explosiones que resuenan con un infernal estruendo. Nuestros tímpanos sufren lo que nuestros corazones intuyen: La vida , el valor, la muerte y la locura del ser humano conviven en este espacio de la Historia bélica que en el fondo no deja de ser desgraciadamente un fiel reflejo de la condición humana .
Visitamos el Tyne Cot Cementery donde decenas de anglosajones honran a sus paisanos muertos en combate, el lugar impone, color blanco, césped cuidado y lleno del recuerdo de miles de soldados, muchos de ellos sin nombre. Atrás hemos dejado el cementerio alemán,que difiere notablemente del anglosajón. El bando derrotado dispone de un cementerio más oscuro, humilde, más gris, está apartado, y es obviamente menos glamuroso. Y es que para los alemanes tan sólo se les recuerda con una lápida para cada veinte soldados, de forma más austera e intima , es por ello que no recibe apenas la visita de nadie. El cementerio inglés ( y de soldados de la Commonwealth) recibe en cambio la visita de escuelas, de viajeros y de grupos de personas venidas desde muy lejos para conocer parte de la Historia reciente.
Los ingleses tienen la característica de que conservan como nadie su Historia y se produce eso de que los campos de batalla se convierten en auténticas escuelas y museos de Historia al aire libre. Lugares donde conocer parte de lo que pasó y así mismo sirven como testimonio de la barbarie que no hay que repetir. Espacios para poder pensar en que la condición del ser humano siempre repite sus actos de crueldad, odio y sin razón.
Y es allí a lo largo de la campiña flamenga donde recuerdo y pienso en esos miles de jóvenes que perdieron sus vidas y sus sueños en el campo de batalla de la I Guerra Mundial. También pienso en sus familias, en las madres y padres que vieron a sus hijos perecer en los campos de batalla. Ypres está rodeada de muerte y desolación en sus cementerios de guerra , pero de repente como si de un sueño se tratara me despierto y puedo ver un cielo azul y una bella ciudad que me dice que solamente ha sido un sueño y un viaje en el tiempo. A mi alrededor veo familias paseando, niños jugando y el aire puro de esta agradable ciudad de provincias. El pasado se ha ido y me encuentro disfrutando un bello domingo en medio de Flandes.
Qué mala suerte han tenido los flamencos de estar en mitad de todos los saraos bélicos.
Genial el post Iván, que punto de vista tan curioso del país… nunca me había parado a pensar en todo esto que comentas, gracias por darnos otro punto de vista de todo!!! 😉
@Pau: Buena gente los flamencos 😉 Otros que han sufrido como pocos son los polacos y los países de la ex Yugoslavia
@Pak: La verdad es que no me sale escribir sobre Amsterdam o Brujas, estaba rodeado de cientos o miles de turistas sacando fotos. Ya sabes cuenta cuentos que es uno 😉