Durante el presente viaje quería visitar algunos monasterios, por una parte debido al evidente interés cultural y turístico que dichos lugares tienes en la zona, pero por otro lado debido a las conexiones con Patrick Leigh Fermor y su libro » Un tiempo para callar». El bueno de Paddy experimentó visitas a diversos monasterios de Europa, ese libro es una obra inclasificable y se unía al imaginario que tengo de lo que puede ser su tercer libro que cierra la trilogía de » El Tiempo de los Regalos » y » Entre los bosques y el agua «. Ese viaje final va a transcurrir en Rumania y Bulgaria en su camino a una Constantinopla que le convirtió en el viajero eterno a Bizancio. Parece muy claro que algunas visitas a esos monasterios fueron parte de sus experiencias viajeras en los años treinta del pasado siglo XX. Y es que para sentir parte de la Historia de Bulgaria o de Rumania el bueno de Fermor debió dormir en alguno de ellos.
Visitar algunos de esos monasterios para poder sentir la paz e Historia que emanan esos lugares. Pero también era una forma para aprender de la diversidad, pues al final creo que se parecen en bien poco a los que tenemos en Europa Occidental. Por otro lado, quería experimentar ver la caída del sol desde esos templos ortodoxos, dormir allí y poder ver la luna desde las escaleras de madera mientras creía trasladarme a épocas lejanas en el tiempo. Volar a aquellos años treinta del pasado siglo XX cuando con aquel viaje Paddy pudo sentir una Europa a punto de entrar en el caos de la Segunda Guerra Mundial. Y es que todo eso era algo que me motivaba sin saber muy bien el por qué, a ello se le sumaba además las posibles conversaciones con algunos monjes con sus vestimentas negras y sus largas barbas. Todo eso era algo que estaba al alcance de mi mano en el presente viaje y que iba a intentar realizar.
Bulgaria , al igual que Rumania siguen ofreciendo algunos de esos lugares espectaculares . Es en esos monasterios donde se puede apreciar esas sensaciones y los colores que se mezclan en una arquitectura espectacular digna de reseñar. La vida religiosa, la tranquilidad y la paz que se sienten en estos lugares es algo que puede ser experimentado por el viajero que desee dormir en esos monasterios. Ese era desde el inicio del viaje una de mis ideas, dormir al menos una noche dentro de un monasterio.
En muchos casos la identidad búlgara ha ido ligada o ha sido preservada gracias a esos lugares donde muchas veces la religión y la cultura iban conectadas para preservar el pasado y la Historia de un pueblo.Y es que al avanzar por la Historia vemos como esos lugares fueron el espacio que servía de parada ante el avance turco.
Y allí me dispuse ir, a los Monasterios de Rila y de Bachkovo donde a pesar del turismo quería sentir parte de esos lugares que han sobrevivido a los siglos y a la sin razón del ser humano. Me movía como siempre sin ninguna motivación religiosa, pero lleno de la curiosidad cultural y emocional para poder sentir lugares históricos que forman al final parte de la Cultura Universal.
Llegué a Rila en bus desde Sofia tras compartir conversaciones con una profesora japonesa que era una apasionada de los Balcanes. Tras un viaje de unas cuatro horas llegamos al Monasterio de Rila, era fin de semana y había algunos buses turísticos que se unían a las típicas excursiones familiares que se realizan a lugares con simbología religiosa. Al llegar quedé abrumado por la belleza del lugar y por los frescos que había en sus paredes.
Tras charlar con el monje y comprobar que podía quedarme a dormir aparqué la mochila en una esquina y me puse a leer hasta que llegase la hora de poder entrar en una de las habitaciones donde es posible alojarse. Poder dormir en esas habitaciones es trasladarse en el tiempo y sentir como antiguamente eran usadas por monjes que vivían en el lugar. Con sus puertas de madera y sus llaves antiguas siguen mostrando parte de lo que fueron, al entrar en aquella habitación pude sentir el crujir del suelo y recrear parte de lo que ese lugar pudo vivir a través de los siglos.
Avanzaba el día y realicé un fantástico paseo de varias horas por las montañas de los alrededores. El estar en verano me permitió observar como algunas familias búlgaras disfrutaban del fin de semana. Ver como la gente dejaba pasar el día en la naturaleza y apreciar como acampaban en campings que se diferenciaban enormente de los que nosotros estamos acostumbrados. Allí estaba yo entre los bosques y el agua, caminando, pensando y dejando transcurrir el paso del tiempo de una fabulosa tarde en un lugar majestuoso.
Me acompañaba un libro especial, se trataba de Cartas desde el Planeta Tierra del bueno de Victor Alonso . Allí en aquel mágico lugar pude disfrutar de las preciosas páginas viajeras , el discurrir del tiempo parecía detenerse entre los caminos, el monasterio y el agua bajando a través de la montaña.
Allí se iba un nuevo y hermoso día y yo me recreaba ante la simple caída del sol en el Monasterio de Rila. Estaba inmenso de felicidad al poder sentir el silencio que se acoplaba con el sonido de las aves.Pequeñas sensaciones indescriptibles que me iban maravillando al inicio de un nuevo viaje, esas cosas que no se pueden comprar con dinero pero que es algo digno de reseñar en nuestros corazones y memoria.
Y a lo lejos , como si de un fantasma se tratara avanzaban algunas de las páginas de un libro eterno que nos mostraba que el viaje sigue siendo un auténtico y mágico Tiempo de los Regalos en nuestra propia existencia y al final en la Vida.
Hoy la cita es: » Viajo por placer y por curiosidad » Sir Patricl Leigh Fermor
Hola Xipo. Es un buen lugar, a algunas horas puede estar demasiado lleno de turistas, pero al caer la tarde se vuelve especial. Pude dormir allí y ver la caída del sol con sus espectaculares colores, sin duda algo especial. Un saludo
El monasterio de Rila es un lugar que me apetece un montón conocer. Todo empezó por una postal de allí que me enviaron, y desde entonces busco el momento de acercarme a conocerlo!!
Saludos
Gracias amigo Pau, un fuerte abrazo
Gran relato amigo, sigue disfrutando de aquellas tierras y del camino que te marcó uno de tus grandes ídolos.