Los acontecimientos de los últimos días han puesto a Crimea en los titulares de todo el mundo. El movimiento de tropas rusas dentro de la república autónoma suponen un nuevo escenario geopolítico del que a día de hoy se desconocen las consecuencias. Crimea y el resto de Ucrania han aparecido de nuevo en el escenario global con un conflicto económico, diplomático y social que empieza a tener una vital importancia desde un punto de vista global. Crimea , a pesar de su enorme historia ha permanecido durante décadas fuera de las noticias y el interés del mundo.
Los medios de comunicación occidentales se lanzan ahora en masa a informar sobre una región y un país que ha sido olvidado desde la desintegración de la Unión Soviética. Crimea y Ucrania se encuentran en el extremo oriental de la vieja Europa y aquella zona importaba muy poco hasta hace escasos días. Aquellas tierras quedan alejadas de los vuelos low cost del Este de Europa y de los viajes inter-rail, por ello es bien raro encontrarse con viajeros occidentales.
La Crimea que ahora abre los informativos es una enorme desconocida, incluso muchos medios de comunicación tienen problemas al identificarla en el mapa. Pero es un espacio de vital importancia geo-estratégica y geo-política que a lo largo de la Historia ha sido codiciado por muchos. Ha sido tierra por la que han pasado muchos pueblos, desde los griegos a los tártaros, y también los rusos. Aquí, con aquella Guerra de Crimea empezaron quizá los desencuentros entre los países anglosajones y Rusia, pero también lo hizo la guerra fría tras aquella Conferencia de Yalta. El Telón de Acero y la oposición de Rusia al mundo occidental se empezó a forjar en aquellas costas de Crimea.
Hace unos meses estuve viajando por la zona y sobre aquel viaje iré desgranando algunas de mis impresiones y emociones.
El viaje en tren me transportaba del bullicio de Kiev al aire fresco y estival de Sebastopol. La llegada a Crimea iba marcado por el suave aroma a mar y a una región de clima benigno que sigue siendo vista como un oasis para millones de ucranianos y rusos. Al bajarme del tren en aquella estación de Sebastopol ya pude entender algo de lo que iba a ver durante los siguientes días. Los veraneantes rusos y ucranianos mostraban en sus ojos la relajación de llegar a una zona cálida que les sirve de descanso tras sus gélidos inviernos. El mar es aquí el verdadero protagonista, al igual que otras zonas del mundo sirve como lugar de diversión, pero aquí cuenta con el importante matiz al ser un enclave estratégico de la armada rusa.
Avanzaba con mi mochila y miraba atrás para ver a lo lejos las fragatas y submarinos de la flota rusa en el Mar Negro. Caminé entre el tumulto de gente y me puse a buscar la mejor forma de llegar al centro de la ciudad. Tras preguntar a un joven que chapurreaba inglés llegué al bus que me iba a trasladar desde la estación a un supuesto centro. Turistas rusos y ucranianos se mezclaban en el interior del bus y me permitía ver como conviven también los dos idiomas en Ucrania. Aunque aquí en Crimea las proporciones y la propia Historia marcan una importante diferencia con otras ciudades que dejaba atrás como Lviv o Kiev. Crimea tiene una enorme conexión histórica con Rusia, y es el idioma que más se habla aquí, además de que mucha gente se siente más próxima a Moscú que a Kiev.
Miraba por las ventanas del bus urbano y a lo lejos seguía viendo parte del importante despliegue militar que los rusos tienen aquí. De repente pensé que lo que estaba viendo había sido imposible hasta hace poco para cualquier persona del mundo occidental. Así que empecé a pensar que estaba en un lugar diferente a todos los que había estado anteriormente, por un lado convivían las armas y por el otro lo hacían las chanclas y los bañadores. Algo , o más bien mucho era diferente al Mar Negro de Bulgaria que había visto hace un año. El alfabeto en cirílico seguía presente y podía ver muchos rusos de vacaciones, pero aquí el peso de la Historia aportaba un algo que era complicado explicar con palabras, era algo que solamente podía sentir.
Me apeé del bus en un lugar erróneo y caminé sin rumbo fijo buscando la apertura y el olor del mar. Iba pensando que podría encontrar algunos alojamientos asequibles frente a la costa, pero nada más lejos de la realidad, llegué al paseo de Sebastopol y solamente pude ver un par de hoteles de lujo que se salían de mi presupuesto. Encontré una conexión wifi y localicé un hostel al que me costó llegar y una discusión con un taxista. Hasta aquí había llegado y afortunadamente podía encontrar un alojamiento económico en uno de los puntos más importantes del Mar Negro. Algunos pocos viajeros occidentales llegaban aquí, durante esos días en Sebastopol me encontré con un francés y un americano , nos mezclamos con grupos de amigos que venían de una San Petersburgo y Moscú que sonaban cercanos a pesar de la lejanía geográfica.
Por fin estaba en Sebastopol, llevaba años deseando llegar aquí. Crimea llevaba resonando en mi cabeza durante mucho tiempo. Y es que el enorme peso de la Historia y la importancia geo-estratégica del lugar superaban para mi con creces los intereses turísticos. Me senté frente al mar y pude ver los enormes recuerdos militares que los rusos tienen por todo el lugar. Los homenajes y estatuas a históricos militares rusos eran constantes, prueba de que aquí Rusia consideraba Sebastopol como un lugar suyo y propio.
Así que aquí me encontraba, en un lugar cargado de simbolismo, viendo fragatas militares a lo lejos que se mezclaban con los paseos en barca a cientos de turistas. Los bañadores horteras se mezclaban con la pulcritud de oficiales que pasaban con sus impolutos uniformes blancos.
Y allí estaba yo, lejos de todo y con la enorme recompensa de estar mirando el mar y poder estar sintiendo una vez más el enorme peso de la Historia, De repente mientras acariciaba las páginas del libro «Borderland» pensaba en el título de aquel otro libro de «Guerra y paz» de Tolstoi. Pensé en aquellos cañones del Sitio de Sebastopol y en una Yalta que estaba no muy lejos.
Por un instante me vino con pesar un escalofrío y el triste recuerdo de que los fantasmas de la Historia tienen la desagradable capacidad de volver una y otra vez….
Hoy la cita es: «Un pueblo desprovisto de Estado busca salvación en los símbolos.» Ryszard Kapuscinski en su libro El Imperio
Dudo mucho de la posibilidad de una 3ra guerra mundial. El principal motivo es la globalización: hoy en día seguimos separando los territorios por cuestiones absolutamente políticas, pero, ¿qué es España por ejemplo? un lugar en donde comemos comida china, vestimos italiano, conducimos un coche norteamericano, nos rodeamos de electrónica japonesa y bebemos de los mejores licores bálticos.
Y otra es la potencia armamentística actual, es absurdo, ya existió la posibilidad de destruir la Tierra a base de bombazos hace más de 30 años y nuestros mayores aún tiemblan al recordar la guerra fría, no imagino el peligro que suponen las actuales bombas termonucleares.
Cada día parece más cerca una tercera guerra mundial, realmente provocada por la corrupción del sistema actual.
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gracias por compartir esta experiencia, buenas fotos
Es una pena que en el siglo en el que vivimos sigan pasando cosas así…
me ha gustado mucho el articulo
os voy a dejar enlace de mi pagina web de hoteles con encanto
muchas gracias y un saludo
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Hola Pau. Territorio complejo el de Crimea y es que como en tantos otros lugares, estamos viviendo consecuencias de su propia Historia. Esperemos y confiemos que no vaya a mayores. Abrazo
Mal asunto el de Crimea, los rusos siguen considerándolo «suyo» y la diplomacia europea y americana sigue haciendo aguas 🙁