Cuando estaba en India, encontré un libro, o quizá deba decir que me encontró él a mi, fue en Goa,en Anjuna Beach donde me quedé algunos días, allí estaba esperándome mezclado y revuelto entre otros libros, en una estantería desgastada brillaba esperando que me lo llevará, dicho libro se llama the kindness of strangers, o lo que es lo mismo,la bondad de los extraños, de la editorial de Lonely Planet. Es un conjunto de historias cortas y relatos, donde diversos viajeros cuentan experiencias que les han ocurrido en diversos rincones del planeta ,todos ellos alejados en los geográfico pero que ocurren en el transcurrir de algunos de sus viajes. El título del libro no es casualidad, sino que es un conjunto de situaciones en la que el contacto con la población local les lleva a salir de apuros graves ,o a vivir experiencias mágicas e inolvidables, con ello nos dejan un fuerte mensaje. Lo que el maestro reportero viajero Kapuscinski nos dice cuando el encuentro con el Otro no se convierte en peligroso, sino que se convierte en algo mágico y bonito , donde la hospitalidad y ese encuentro con el desconocido se convierte en un acontecimiento y en una fiesta y donde en muchas de esas ocasiones esos extraños se convierten en nuevos amigos.
Tras la estancia en Guilin y Yangshuo y el estar rodeado por turistas, tanto chinos como extranjeros(sorprendentemente aquí abundaban los españoles), una cosa curiosa pues apenas me he encontrado compatriotas salvo en Vietnam.
Mi mente inquieta iba buscando la realidad China lejos del escaparate de lugares turísticos ,quería verme perdido y anonadado ante urbes carentes de estilo , grises, donde las grandes avenidas me hicieran caminar y donde pudiera sentirme como un marciano. Así que tras hablar y bromear con las bellas recepcionistas del Hostel de Yangshuo, empecé a mirar un mapa de la inmensa China, y les comenté que quería ir a un sitio no demasiado alejado, es decir a menos de 10 horas en bus o tren y que no estuviera saturado, mi idea era visitar la zona de Kumming al final de viaje-cosa que finalmente no haría tras 11 semanas en China. Así que iba buscando algo en dirección norte al interior, sabiendo que la ruta de la costa en el camino a Shanghai la iba a recorrer en próximas semanas. El caso es que tras muchos dimes y diretes señalé en el mapa Changsa, no sé muy bien por qué, pero estaba relativamente cerca, a unas 6 o 7 horas en bus desde Guilin, tras decidirme por ese lugar como siguiente destino ,hice (más bien me hicieron) una reserva para el día siguiente en bus para la salida desde Guilin.
El viaje en bus fue curioso, en Guilin espero en una mini estación donde van los buses a Changsa, la señora como a un perrito falto de cariño me metío dentro del Kiosko, allí busca una silla y me sienta, sonriéndome cada vez que pasa delante de mi, a la media hora vienen a recogernos en una furgoneta pick up, yo pensaba que era el bus definitivo, pero estaba equivocado, tuvimos que hacer un trasbordo en un polígono industrial. Y allí éramos 8 chinos y yo, lo que debido a que nadie entendía nada de lo que les decía en inglés sirvió para que todos se rieran de mi -y yo de mi mismo todo sea dicho de paso -por lo gracioso de la situación. Y la verdad, son estas las situaciones que me motivan al ir viajando, el contacto con gentes anónimas, las risas y coñas que van de aquí a allá cuando menos te lo esperas. La cara de sorpresa cuando ven a un extranjero viajero sin rumbo demasiado fijo o que se divierte moviéndose de aquí para allá con una mochila, esas eternas búsquedas que muchas veces no sabemos de qué o quién.
Así que tras una media hora de espera debajo de un abrasador sol en un polígono industrial a las afueras de Guilin llegaba el bus definitivo que nos llevaría a Changsha, los asientos parecen algo así como camas ,y pude compartir risas y señas con una amable familia y sus críos, sus sonrisas eran constantes y sus 4 palabras de inglés y mi Rough Guide de China iban haciendo el resto durante horas. Todo ello iba dando la idea de que aunque los idiomas pueden ser distintos cuando dos personas quieren conversar pueden hacerse auténticos milagros, aún sin entender absolutamente nada de lo que nos decíamos en lenguas extrañas las sonrisas como las miradas nos llevaban en volandas, y es que ciertas cosas tienen idiomas universales.
Tras preguntar a varias personas en inglés (me dirijo siempre a los jóvenes buscando estudiantes) y ver que no entienden nada empiezo a intuir que tendré que seguir preguntando todo el camino hasta dar con alguien que entienda algo de inglés o de mi mapa.
El caso es que la ciudad es enorme, muchos millones de habitantes y tras el cansancio del viaje no me apetece aparecer en la otra punta de la ciudad. Al final y por esos golpes de suerte , del destino o de la providencia aparece un estudiante que entiende inglés y me dice que el también se baja en la parada de la estación de tren donde se ubica el centro de la ciudad y lo que voy buscando, así que me bajo con él, voluntariamente y sin decirle nada, ojea mi mapa y ve que conoce la localización de los 2 hoteles que tenía señalados así que me lleva.
Caminamos apenas 200 metros desde la estación, al llegar la chica de recepción tampoco entiende nada de inglés por lo que la situación se vuelve de nuevo rocambolesca, mientras le indico en mi rough guide 2 nights,the cheapest room milagrosamente aparece un grupo de chavales que en un instante de segundos le explican que voy a quedarme dos noches y que quiero la habitación más barata que tengan . Uno de los cuales tiene un excelente inglés debido a su estancia en Canadá y se interesa por mi viaje y por mi vida, así que llego a saber lo que me pide ,por un lado el pago de la habitación y por otro un depósito fianza por la llave .el precio de una noche es 80 yuanes, 8 euros, precio razonable y bueno debido a la excelente localización.
Una vez duchado ,me dispongo a salir a cenar, esta parte de la ciudad, está llena de tiendas y es una gran avenida bastante impersonal, decido caminar un poco, atravieso la calle y llego a un restaurante donde veo que entra y sale gente, está lleno y eso me da la señal de que todavía puedo cenar a estas horas de la noche-las 21 h aproximadamente-, una vez dentro empiezan las miradas de asombro tanto de las camareras como de los comensales, una vez me ubican una mesa saco mi Rough Guide y mi libreta moleskine y empiezo a pensar que deberé indicar de nuevo que quiero cenar ,al final ceno un poco de todo, pues iban pasando con carros de comida, selecciono varios platos exquisitos de verduras así como pollo, al rato y una vez que termino de cenar, mientras saboreo la segunda cerveza dos niños se me acercan, llevan en sus miradas la curiosidad innata de un crio de 8 o 9 años que se encuentra con algo desconocido,aunque en este caso de da la casualidad de que el algo soy yo, tras llegar a 2 metros de donde estoy, levanto la mirada y les saludo con Ni Hao-Hola en Chino- ante lo cual echan a correr como si les hubiera hablado un fantasma y vuelven a regazo de sus padres, el caso es que a los 5 minutos no tengo a dos críos sino a 10 alrededor mío , con sus cámaras de fotos y teléfonos móviles deseando sacarse fotos con este personaje salido de lejos, la meitre y algunas camareras vienen a poner orden y me preguntan en chino algo así como si me incomoda, pero les digo que no, que me hace sentirme como una estrella de Hollywood, al rato vienen un par de padres con sus hijos a sacarse fotos, con la atracción de feria ese día en el restaurante, o sea un servidor, tras acabar la cerveza y pagar la cuenta decido que va llegando mi tiempo de ir a dormir y que los momentos de superestrella ya han sido bastantes por hoy, así que me levanto les digo que hasta luego a todos y me despide medio restaurante, es decir unas 5 o 6 mesas ,así que salgo del restaurante con una sonrisa que va en dos direcciones y con un bye bye que se une al saijen chino, así que nada otro día con toque gracioso que me hace reírme de las chocantes situaciones que me están aconteciendo en estos primeros diez días en China.
Tras la noche durmiendo a pierna suelta en este hotel de Changsha,me acerco de mañana a la estación de tren,al rato las 200 personas ,o quizá 300 que aguardan para comprar su billete se giran para mirarme,soy el único guiri allí, a los 10 minutos de cola infernal se me acerca una chinita con cara de estudianteñhay cosas que se notan a leguas de distancia-, y me dice si me puede ayudar, le digo que si, que gracias,y me dice que me saca el billete sin problemas,para dentro de dos días a Yueyang, que era por cierto la ciudad de residencia de la agradable familia del bus,tras sacarme el billete Sunny que así es el nombre Occidental de ella-los chinos pueden elegir el nombre occidental que quieran y cambiarlo las veces que les apetezca- me dice que cambia sus planes para el día,y que en vez de ir a ver su familia de mañana va de tarde,y que quiere mostrarme la ciudad,su parque,museo etc,yo no doy crédito y le digo que gracias, pero que lo primero es ver a su familia, me dice que puede ir de tarde noche que prefiere ser amable y enseñarme la ciudad,una muestra increíble de generosidad y gentileza, durante todo el día paseamos por la ciudad, parques y museos, comemos en restaurantes locales y comentamos nuestras vidas totalmente diferentes,pero unidas quizá por un sentimiento parecido por los encuentros con desconocidos,me van ayudando estos encuentros a conocer la nueva sociedad China, con sus estudiantes llenos de ganas y pasión por aprender ,mejorar y crecer,me despediré de ella en la estación, con lágrimas en sus ojos por diversas razones tanto personales como emocionales.
Dejo Changhsa,ciudad sin mucho encanto pero donde me ha llegado al corazón la bondad de Sunny y su hospitalidad, llego a Yueyang tras ir en tren lleno a rebosar donde se puede ver por los rostros de esa gente que viene del interior y de zonas rurales para trabajar en fábricas e industrias del centro o la costa del país,y que con su sudor van levantando China hacía la cúspide económica del Planeta,poco a poco voy empezando a encontrarme realidades que aparecen cuando sales de las rutas turísticas, miradas, reflejos de unas vidas que nunca suelen salir en los informativos salvo cuando hay desgracias o situaciones rocambolescas,pero que son los rostros de la VIDA real del país.
En Yueyang llego y negocio en el Hotel al lado de la estación,en inglés yo y ellos en Chino,así que hasta medía hora después no me entero que me pide depósito por la llave,el hotel es digno y perfectamente localizado,en el mismo edificio de la estación,decido que haré dos noches allí,y en la estación me encuentro con la situación del día anterior pero esta vez me ayuda Wang,un estudiante de Ingeniería,que sonrisa en rostro me saca billete y me pregunta si quiero visitar su Universidad,a lo que le digo que me encantaría,me esperan horas paseando con Wang por el Campus universitario,ausente ahora de estudiantes pero con las puertas abiertas, con un lago río que usan los ciudadanos para pescar, con un toque de Universidad llena de vida donde los estudiantes viven, un toque de campus de estilo comunista pero con las dimensiones enormes de Campus americano, me encanta estar aquí ,en compañía de un local, estudiante, dentro de la Uni ,con Wang visito la taberna de los estudiantes, cuyos camareros y clientes no dejan de sorprenderse ante mi presencia, saboreamos la gastronomía local popular mientras vemos la tele,y posteriormente me mustra su apartamento-un cuarto que usa en verano y donde reina un desorden que me hace recordar algunas de mis habitaciones- de tarde vamos a la mayor atracción de la ciudad, la Yueyang Tower,donde unas crías me dicen Welcome to China ,y a la salida en el camino al hotel me paran varios estudiantes a sacarse fotos conmigo, pero a pesar de lo interesante del museo pienso para mi mismo que el verdadero museo son los rostros, las historias y las vidas de Sunny y Wang, dos jóvenes estudiantes chinos que me han abierto los ojos de la nueva y futura realidad China así como sus enormes corazones y sentido ético de ser ciudadano y buena persona.
Hoy la Cita es:
«La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días» Benjamin Franklin
Lo que más recuerdo de mis viajes por el Mundo no son lo paisajes sino las sonrisas de los niños.
Hola Iván,
Se te ve muy bien. Feliz con las pequeñas cosas que te ocurren todos los días. Fotos preciosas.
Saludos, y ánimo con Australia y Nueva Zelanda,
Iñazio