Hace años tuve uno de esos sueños que se repiten varias veces sin motivo aparente. La ensoñación era una ventana desde la que se divisaba una gran mezquita y la ciudad siempre supe que era Estambul. Durante varios años mi amigo y mentor Paulino me habló muchas veces de la vieja Constantinopla y de todo lo que había experimentado en tan fascinante enclave . Una ciudad que representaba como ninguna otra en el mundo aquel histórico cruce de caminos entre Europa y Asia de las viejas caravanas de la Ruta de la Seda y de las rutas hippies que en los años sesenta y setenta iban con rumbo a la India. Un lugar fascinante que siempre creí que marcaba de alguna forma parte de mi personalidad llena de lugares, colores y diversidad. Y siempre había sentido Estambul como un lugar que se acoplaba perfectamente a un nombre como el de aquel libro de » El Coleccionista de Mundos « que me maravilló por su mágico título pero también porque honraba la memoria del extraordinario viajero y explorador británico Sir Richard Francis Burton.
Mi interes por la legendaria Ruta de la Seda fue en aumento con el paso de los años y el sueño se repitió durante varias épocas. Aquella ventana y miradas a través de extrañas ensoñaciones se las comenté una vez a la que fue mi pareja. Siempre sentí aquello que me decía el bueno de Paulino, Estambul era una ciudad que reflejaba el cruce de caminos y una cierta mentalidad viajera trotamundos y cosmopolita abierta al mundo. Una ciudad llena de magia donde alguna vez debería ir con una mujer de la que estuviera perdidamente enamorado o fuera a tener unos supuestos hijos.
Sin saber si aquello de la pareja sería real alguna vez me quedé con la imagen de la ventana y con la fascinación por llegar alguna vez a Estambul. Mirar a través de la imaginaria ventana y divisar un fascinante horizonte con unas vistas al infinito para proyectar el futuro. Un lugar real donde entrase un aire fresco que me maravillase y diera energía vital para comenzar un nuevo día agradeciendo a la vida todo lo que me ha dado.
La Ruta de la Seda sigue reluciendo como el Gran viaje que espero realizar en un futuro cercano. El año pasado experimenté mi primera toma de contacto con aquel Uzbekistán y Kirguistán que me permitieron saber y conocer muchas cosas que quería u otras que no. Como si de un acertijo de la propia vida se tratase, el camino me marcaba en esos lugares de la vieja Ruta de la Seda parte de la evidente situación que estaba viviendo en aquellos tiempos. Y es que algunas realidades que mi corazón iba notando como motivos de crispación o sin razón aparecieron en aquel cruce de caminos de Asia Central. Mi búsqueda de felicidad, tranquilidad y paz se veía sometida en aquel viaje a algunos vaivenes que prefiero olvidar y dejar como parte del pasado en la experiencia de la propia Vida.
Como en otros viajes sabía dentro de mi corazón que cuando visitase la vieja Constantinopla no debería llegar en avión, debería hacerlo en un viaje especial y con una motivación muy grande que se acoplara con algo sumamente especial . Siempre he ignorado que iba a ser aquella semilla que me incitaría a viajar a la actual Estambul y a la eterna Constantinopla.
Ese momento ha llegado y la motivación del viaje es tan simple como honrar a un escritor de viajes como Patrick Leigh Fermor . Con su libro de » El tiempo de los Regalos « experimenté una llama que iluminó mi corazón con una fuerza tan inmensa que le debo parte de la motivación por la que conseguí aquel viaje vuelta al mundo con el proyecto de Trendtrotters. En una Biblioteca pública encontré uno de los más hermosos libros de viajes que he leído jamás. Y ahora tras dos intensos meses de viaje por Rumania y Bulgaria podía conocer los dos países que el bueno de Paddy atravesó antes de llegar a la vieja Constantinopla.
He llegado hace unos días a Estambul, lo hice tras un largo viaje en bus desde Burgas en el sur de Bulgaria. Al pisar la calle por primera vez sentí un flujo enorme de energía y de pura adrenalina como casi nunca he experimentado en ningún lugar. Bajé a la calle con mi mochila al hombro y en compañía de Ute una buena viajera alemana nos vimos rodeados por miles de personas , fue con esa efervescencia de humanidad como me recibía la antigua Bizancio. En esos momentos experimentaba sensaciones que solamente habia sentido en la vieja Delhi, en la inclasificable Varanasi o en la fascinante Bangkok. El caos, el bullicio, la gente, y la increible sensación de libertad y aventura me llenaban como pocas veces he sentido hasta la fecha.
Había llegado por fin al lugar para intentar vivir parte de aquel sueño con aquella enigmática ventana y encontrar algunas respuestas o nuevas preguntas. Ahora estaba ya dentro del libro de esa vieja y eterna Constantinopla, lo consegui tras muchos viajes y aprendizajes por diversos lugares del mundo. Estaba sintiendo las calles que eran el destino final de aquel humanista y eterno viajero a Bizancio que fue Patrick Leigh Fermor. Y es que acababa de descubrir que el tiempo de los regalos quizá fuera simplemente la hospitalidad y cariño de la buena gente como Horacio y Mirela que me habían alojado en su casa de Bucarest.
El sentimiento de felicidad me invade sintiendo el cruce de caminos lleno de mestizaje que se respira en este enclave mágico con un pie en la vieja Europa y otro en Asia. Un lugar fascinante que era una parte importante de mi vida que marcaría un antes y un después. Un crisol de colores para mostrarme que no era solamente una ventana, tendría delante muchas ventanas que enmarcaban los infinitos mundos de una ciudad eterna y fascinante…
Hoy la cita es : » Viajar es necesario; lo es porque la gente no es igual en todas partes, y sólo viajar te da la oportunidad de conocerla, de descubrir al otro. Viajar es entender» Colin Thubron
@David : Gracias, me alegro que te guste, Ya echaré un vistazo a tu blog. Un saludo
Excelente post y magnífica página. Pásate por ViajarMundos para conocer más sobre los inquietantes lugares que esconden Estambul. Un saludo viajeros!
Hola Kirjoitan, la verdad es que solamente pude visitar Estambul, pero creo que Turquía es un país fascinante para viajar. Asia es fascinante, creo que tiene la magia de enganchar como pocos lugares del mundo. Un saludo y gracias por pasarte 🙂
Tres son las veces que he intentado ir a Turquía y en las tres algo sucedió que me impidió viajar. No me resigno…gracias por compartir estas experiencias! Casi todos mis viajes hasta ahora han sido por sudamérica y Europa…pero quiero comenzar con Asia!
Un abrazo