Hay ciudades que nos marcan con una profunda y eterna huella, otras sin embargo pasan por nuestras vidas sin pena ni gloria. Es algo que nos ocurre cuando viajamos, pero también cuando vivimos, imagino que va con muchos factores: las emociones de uno mismo , los momentos vividos , el ambiente del lugar o las personas que nos encontramos allí . En mi vida he pasado por ciudades en las que he vivido o a las que he viajado y que me han dejado indiferentes sensaciones. Pero en cambio, hay otras ciudades que siempre me invitan a volver y en las que me siento a gusto, contento y si se me apura feliz. Durante las pasadas navidades volví a una de esas ciudades que tanto amo, se trata de la vieja y bella Lisboa.
En esta ocasión era la primera vez que llegaba por aire a la capital portuguesa, siempre lo había hecho en el transporte público que más amo, unos trenes que me llevaron varias veces desde Coimbra y Oporto. Recuerdo la primera vez con la llegada a la vieja estación de Santa Apolonia, un lugar con encanto, con Historia, con esos portes tan típicos y orgullosos de las viejas y legendarias estaciones de tren.
Lisboa en aquel primer encuentro me recibía como ahora, con un intenso y bello cielo azul que puede llegar a enamorarte a primera vista. Disfruto siempre enormemente cuando esa tonalidad azul se mimetiza perfectamente con las imágenes de esas calles que aquí se llaman ruas , con esas fachadas de colores en unas casas marcadas por el paso del tiempo pero que reflejan vida y autenticidad.
De aquel primer primer viaje recuerdo mi impaciencia por bajar del tren y encontrarme de lleno ante la belleza pausada y antigua que imaginaba. Rostros portugueses que se cruzaban con viajeros en esas viejas estaciones que nos hacen desear partir o llegar. Cruzaba la puerta de salida y me encontraba en la calle de la capital lusa, allí veía a mi derecha el legendario barrio de Alfama con sus viejas casas. Caminaba alegremente con esa vieja mochila que me ha acompañado por infinidad de lugares, y mis ojos se recreaban ante ese pintoresco barrio que esconde un embrujo especial. Es allí en la Alfama,donde aparecían ayer como hoy infinidad de rincones, de calles, de tascas, de personas y momentos inmortalizados para siempre en el recuerdo y corazón.
Tanto en aquella ocasión como ahora , me encontraba enamorado al estar en una de esas ciudades en las que el viaje nos hacer recrearnos dentro de nuestros propios sueños nómadas . Son sin lugar a duda esas sensaciones indefinibles las que producen esos sentimientos especiales que aparecen ante lo mágico del camino y el viajar. Y si te apasiona escribir y hacer fotos, tienes en Lisboa un lugar especial que ejerce como museo vivo, estamos ante un espacio abierto y natural que ofrece infinidad de secretos . Si eres paciente y sabes esperar van a aparecer muchos de los momentos y las historias que siempre vas a recordar.
Lisboa puede enamorar desde un primer instante a aquellos viajeros pausados que como yo no se mueven por la prisa del reloj y que buscan los pequeños placeres de los viajes y de la propia vida. Inmortalizada durante siglos por su legendaria Historia y por su antigua belleza, es una ciudad que envejece con orgullo y dignidad como si de una dama bella se tratase. Una ciudad que enamora pese a la crisis económica y a los problemas que sufre Portugal en la actualidad. No tiene Lisboa como otras capitales el barniz artificial de la modernidad impuesta, estamos ante una ciudad que refleja el paso del tiempo y los avatares de la vida con una dignidad y autenticidad que la hace sumamente especial.
Una casita con encanto con la ropa secando en la ventana, una callejuela estrecha , los aromas de una tasca , unos abuelitos charlando al sol, o los eternos tranvías amarillos son algunas de las simples razones para desear volver a esta ciudad que abraza el mar . Y es que en Lisboa se cruzan y dan la mano el agua del mar y del río Tajo, ambos siempre tienen las miradas puestas en un océano atlántico que le sirve como puerta de salida al mundo que desean conocer. Fue desde aquí donde navegantes, viajeros, y aventureros salieron con rumbos desconocidos hacia los confines de América, Asia y África. A veces ,cuando eres atendido en una tasca con una sonrisa crees reconocer entre los comensales a muchos de los rostros de aquellos lejanos tiempos. Basta con dejar volar la imaginación al cerrar los ojos para ver el orgulloso porte de aquellos que fueron lejos, eran marinos, trabajadores, agricultores, soldados, misioneros o simples estudiantes que se lanzaron más allá de los mares en busca de fortuna y un futuro mejor.
Es en la bella Lisboa donde siempre cierro los ojos al mirar el horizonte desde sus preciosos miradores. Como si de un juego fuera, puedo de este modo imaginar el infinito a lo lejos y siento como el pasado se conjuga con el presente para proyectar el futuro por construir . El fado suena a lo lejos con la melancolía que lo caracteriza, y lo hace quizás para hacernos reflexionar sobre el pasado con esas ilusiones que pueden llevarnos a la nostalgia de esos sueños perdidos o para proyectar nuevos caminos . Siempre hay algo en Lisboa que me enamora y que me hace desear volver, puede ser la magia de una legendaria ciudad que me lleva a disfrutar con el presente y a recrearme con el pasado de su rica Historia.
Cuando estoy en Lisboa camino por la vida de una ciudad y unas calles que muchas veces siento como propias. Es en esta ciudad abierta al mar donde uno siente los aires cosmopolitas y abiertos al mundo que proyectan una forma de vivir y ver la vida con la que uno se ha educado y crecido. Uno se recrea en una ciudad que sigue enamorando con la belleza y orgullo de quien sabe envejecer a pesar de los años.
Camino y me dejo llevar sin rumbo fijo, aparezco unas veces en una librería del barrio alto , otras veces me encuentro en una tasca de la Alfama para acabar la jornada en un café de la baixa . A veces entro en los mercados y tras caminar un par de horas me siento para leer y escribir , pero termino compartiendo conversaciones con extraños. Escribo historias olvidadas sobre vidas imaginadas , leo sobre lugares desconocidos y sueño con nuevas aventuras. Parece que nunca me hubiera ido, pues me siento como en casa, es quizá una de las ventajas de ser nómada, tienes muchos lugares donde sientes eso que dijo Séneca » No soy de un sólo rincón, mi patria es todo el mundo».
Estoy unas veces en una terraza y otras en una tasca popular rodeado de lugareños que beben vinos de la tierra o esas legendarias cervezas que aquí llevan por nombre Superbock y Sagres. Mientras pasan las horas , añoro que llegue un nuevo día y la hora de un nuevo almuerzo para poder disfrutar la comida local en una tasquinha popular. Camino sin rumbo y tengo la fortuna de encontrarme en las paredes con los mensajes de todo un Premio Nobel como Saramago. Y eso es quizá el reflejo mágico de una ciudad que amo, los libros, las librerías viejas, el mar, el cielo azul, el infinito viajar que se proyecta aquí con unas simples frases escritas en la pared de una calle olvidada. Todo ese cúmulo de emociones me hacen pensar en la belleza del viaje y como el futuro se crea con los pasos que ahora doy.
Y al final, como si de un viaje en el tiempo se tratase me veo ante una ciudad que siempre me acoge con cariño y estima para mostrarme nuevos y viejos secretos. Y es que cuando vuelvo a la bella Lisboa puedo oír los mensajes de la dama atlántica que me muestra que la felicidad no depende de lo que tenemos sino de lo que somos…
Yo aún no he estado pero iré este verano para allí, así que me apunto todo lo que decís sobre Lisboa! Gracias por los consejos y saludos!
Cuando estuvimos en Lisboa nos encantó, en especial la torre de Belem o el monasterio de los Jeronimos, pero como toda gran ciudad también tiene sus sitios malos, cuando a la vuelta se nos hizo de noche fuimos andando por la carretera que va a la estación, no es una zona muy adecuada para ir de noche, porque había mucha gente durmiendo en las esquinas y muchos locales abandonados, todos los sitios tienen sus cosas buenas y sus cosas malas.
Otro sitio que esta muy cerca que nos parece precioso en Sintra, el palacio da Pena es espectacular.
@ Sonia : Lisboa es una ciudad que me enamoró hace muchos años. Suelo volver cada x años para redescubrirla de nuevo. La comporación con una dama me resultó muy adecuada para expresar lo que siento por ella 🙂 . Un abrazo viajero.
Ivan,
Yo soy de Lisboa y tus palabras me han llegado al corazón. Muito obrigada!
Has referido en tu texto que Lisboa es una dama que sabe envejecer. Esa es la sensación que siempre me ha dado la ciudad. Sin duda una mujer, en medio camino entre la juventud y la madurez, bohemia, sufrida, con sus arrugas y, muy importante, sin botox. Lisboa es tal y cual se presenta, sin artefactos. Ni más, ni menos. Lo viejo que no es viejo, sino encantador. Por eso algunos no llegan a entender por que a otros les gusta tanto.
Yo llevo cinco años sin vivir en Lisboa (Macedonia, Madrid, Mozambique) y dentro de una semana vuelvo ahí para pasar una larga temporada. Que ganas de recoger sus calles, sus rincones y sus ganas de salir adelante después de la Troika.
Beijinhos,
@Isabel : Gracias, me alegro que te haya gustado. La verdad es que soy un enamorado de Lisboa y en general de todo Portugal
Preciosa Lisboa y precioso artículo.Me declaro fan incondicional de la ciudad de la luz y me alegra ver que sus calles inspiran de tal manera 🙂 Comparto!
Hola Aitor, me alegro que te haya gustado el texto, Lisboa es una ciudad fascinante y ayuda a inspirarse 😉 . Ya sabes que me gusta viajar, leer y escribir 😉
No sé si hasido tu forma de escribir Iván, o tal vez la magia que le envuelve a la ciudad, pero realmente me has puesto los dientes largos….Da ganas de visitar Lisboa. Gracias por compartirlo!!!
Gracias Alicia, la verdad es que Lisboa es una de mis ciudades favoritas
Muy bonito, Iván, reflejas también buena parte de mis sensaciones en el par de visitas que he hecho a esta maravillosa ciudad, y que seguramente crecerán en número… Pau, no te la puedes perder!! (ah! hay tranvías, aunque el tema cuestas es así, sí :P).
Un abrazo
Seguro que te agrada la visita, aunque si tienes que cargar al peque en la mochila a la espalda vas a cansarte con tanta cuesta , te he avisado 🙂
Todo el mundo me habla tan bien de Lisboa que tendré que pasarme por allí 😀