Supongo que las casualidades de la vida nos llevan de un lado a otro siguiendo un camino, que aunque no está marcado, es sin duda resultado de las decisiones, inquietudes, encuentros y experiencias que vamos acumulando en nuestro discurrir vital. Recuerdo ahora mismo la famosa charla de Steve Jobs en la Universidad de Stanford sobre aquello de mirar atrás para poder entender algo de lo que ocurre ahora mismo en nuestra vida.
Hace unas semanas que he regresado de Asia, donde he estado trabajando entre Bangkok, Kuala Lumpur y Singapur. Fueron días muy intensos, tanto en lo personal como en lo profesional, un día tras otro exponiendo, negociando, y viendo nuevamente algunas de las realidades del continente asiático, tanto a nivel empresarial como en una clase media emergente cada vez más importante en el escenario global. Siempre es un placer ir a un continente que amo, y es que Asia es un espacio geográfico y cultural en el que me siento como en casa.
Releo ahora mismo, desde mi Oviedo natal, algunas de las notas, garabatos, reflexiones y apuntes que tengo dispersos en mi libreta Moleskine. Pienso que no hay nada como el paso del tiempo para apreciar con calma lo que una vez pudimos sentir y pensar. Confluyen en mi memoria algunos recuerdos, momentos, lugares y gentes, pero también diversos aromas y sabores, todo ello aderezado convenientemente con ese atractivo caos asiático que al final termina por volverse adictivo.
Siento como se cruzan emociones con vivencias, sueños con realidades, lo que un día fui y lo que ahora soy, todo ello bien mezclado y agitado, para así poder llegar a ver ese camino recorrido que establece unos puentes entre el pasado y el presente. Pienso en la atracción que siempre he tenido por Oriente, en la infinidad de lecturas que me llevaron (y llevan) a proyectar sueños y a dejar volar la imaginación para un día poder encontrarme con realidades alejadas, con culturas diversas y con gentes de la otra parte del mundo.
Páginas leídas que me permitieron poder fabular con territorios orientales desconocidos que se encontraban localizados al Este de donde nací. Un viejo mapamundi y una manoseada bola del mundo que daba vueltas y donde recreaba sin saberlo un futuro que deseaba poder crear. Las razones de la atracción por Asia han sido constantes a lo largo de la Historia, infinidad de viajeros, exploradores, comerciantes y misioneros han vinculado su vida en un puente vital entre sus raíces en la vieja Europa con diferentes enclaves del lejano Oriente. Productos como sedas, especias, pólvora o porcelanas fueron intercambiados entre Oriente y Occidente, pero también infinidad de ideas, conocimientos y gentes que ensancharon las miras del mundo, de la cultura, del comercio y de la ciencia.
Y es que a pesar de mi curiosidad por el mundo en general, es ahora cuando veo, con el transcurrir de los años, como en cierta manera mis caminos se encuadraron y entremezclaron con aquellos territorios orientales. Encuentros geográficos, culturales, personales, sociales y económicos que se fueron uniendo, tendiendo puentes entre mis raíces en la vieja Europa con la fascinación y diversidad por un continente asiático donde el exotismo suele mezclarse con el caos y con infinidad de contradicciones.
Y entre todo ello, veo como en nuestra época , surge la nueva realidad socio-económica del mundo en la que confluyen los nuevos países emergentes, con su incipiente clase media y diversas oportunidades empresariales que hacen mirar a Oriente con optimismo.
A lo largo de los pasados años he ido acumulando viajes, lecturas, gentes, encuentros y un sin fin de experiencias, tanto personales como profesionales. Miro para atrás y veo en Oviedo a la hermosa ciudad donde nací, pero siempre tuve claro que mis raíces debían expandirse y que fruto de la diversidad pudieran florecer en un espacio donde las culturas y las razas se mezclaran. Ya lo dijo mi admirado Colin Thubron: «Me interesa lo que tiene de fluidez, de esquiva y cambiante. Es un lugar, una suma de lugares, donde las identidades, las épocas y culturas se mezclan y confunden. Un caleidoscopio. Un río donde las naciones dejan de tener sentido. Un espacio de mestizaje por definición, en el que reina una fértil impureza. Resulta muy interesante recorrerla. Seguirla es seguir la diversidad».
Europa siempre ha sido un referente en mi vida, pero siempre sentí que en el fondo guarda unos patrones comunes donde reina una cierta estabilidad. Y aunque valoro gratamente todo lo que nos da el viejo continente, en otras ocasiones siento que me asfixia, y tengo la imperiosa necesidad de ensanchar las miras, de sentir muchas emociones, de verme dentro del caos, de respirar la lejanía, de fascinarme por el exotismo del lejano Oriente…
Hoy la cita es: «Viajar es entender, dejas de creer que eres el centro del mundo» Colin Thubron
@Pau: Asia es siempre un subidón de adrenalina, con sus contrastes y sus gentes. Me siento bien allí y me agrada ir cada poco tiempo. Un abrazo amigo.
@Fuet-i-Mate: Estoy seguro de que os lo pasaréis muy bein, disfrutando a tope y viviendo-sintiendo Asia en su pura esencia.
Estamos tan de acuerdo, que nuestro próximo viaje largo será por Ásia.
Fuet-i-Mate
Muy de acuerdo con tus reflexiones Iván, de vez en cuando necesitamos escapar de Europa a lugares de Asia para ampliar nuestra visión y percepción del mundo. Que bien sienta.