Acabo de regresar de Indonesia, donde he estado trabajando intensamente durante casi dos semanas. De nuevo un viaje de ida y vuelta entre Europa y Asia para reencontrarme con los contrastes de Oriente. Mi vida como viajero, pero también como profesional ha ido marcándose durante los pasados años por la atracción y el interés por un continente asiático que siempre me ha fascinado.
Mi flechazo con Asia se extiende desde tiempos infantiles en los que leía historias de aventuras que llegaban a Oriente. Con el paso del tiempo pude encontrarme con los extremos que van del caos de grandes ciudades como Bangkok o Shanghai al remanso de paz de paradisiacas playas o de aldeas remotas. Del bullicio de las grandes urbes de Oriente a la paz que impregnan sus viejos templos , en muchos de dichos lugares suelo encontrarme con un humanismo y espiritualidad que a veces parecen perdidos o que cuesta sobremanera encontrar en Occidente.
Como tantas otras cuestiones vitales de nuestras vidas, el punto medio no es sencillo, pero dentro de mis posibilidades trato de establecer un puente y un equilibrio entre lo personal y profesional, entre el viajero y el Ingeniero que hay dentro de mí, pero también entre lo bueno de Europa y de Asia. Con todo ello voy conformando un conjunto de experiencias vitales que van conformando parte de mi personalidad y que amplían mis miras en la forma de ver tanto la vida como el mundo. Asia y su despertar que desde hace unas décadas empieza a influir sobremanera en un nuevo orden mundial en el que Asia Pacífico empieza a marcar el paso del discurrir del siglo XXI.
Pasar de Europa a Asia y viceversa supone una transformación vital de la mayor parte de nuestros sentidos y sin duda que rompe muchas veces con el status quo establecido. No son pocas las veces en las que cuerpo y mente debe adaptarse con velocidad supersónica a la enorme diferencia que supone pasar de Occidente a Oriente.
Mientras que en las ciudades del viejo continente (incluso de las grandes capitales ) la vida se mueve con un ritmo pausado, relajado y controlado, las ciudades asiáticas se muestran como un hervidero de vida donde parece que todo se mueve a una velocidad y a un ritmo frenético que en la mayor parte de las ocasiones va acompañado de un caos que en Oriente parece algo natural, innato y normal.
Y sin embargo, pese a todo ello, no es complicado encontrar la calma y el humanismo que se desprende en muchas ocasiones de las naturales sonrisas que aparecen en las esquinas de cualquier calle de Asia. Mientras en Europa las ciudades se regulan por el individualismo rampante, en Asia las conversaciones con desconocidos están a la orden del día y todavía impregnan una parte de su propia esencia.
Es evidente que la vieja Europa mantiene como propio un estilo de vida controlado y regulado por unas normas estructuradas de orden que en Asia muchas veces parecen como algo remoto e imposible. Sin embargo, Asia esconde un embrujo particular que ha provocado que su vida y encantos hayan hechizado desde hace siglos a una gran parte de los occidentales que han llegado a las tierras lejanas de Oriente.
El embrujo de Asia ha impregnado de lleno la vida de mucha gente venida de Europa, desde los actuales viajeros y expatriados hasta el legado de aquellos lejanos tiempos en que los Marco Polo o Matteo Ricci Ricci llegaron al lejano Oriente. Toda esa gente quedó atrapada por la magia de Asia, unos y otros llegaron por motivos dispares al lejano Oriente, desde los intereses comerciales de unos a los espirituales de otros, pero en todos ellos se produjó un impacto enorme.
Los contrastes de la vida en Asia se te cuelan por el interior y te provocan una transformación vital que puede ser parcial o total. El caos y el bullicio va acompañado de una velocidad diferente que a los pocos días ( o incluso horas) te hace olvidar de la calma chicha que reina en el viejo continente. Pero si la rapidez y el caos te sorprenden, lo que en verdad muchas veces te engancha es la gente. Las sonrisas relucen más que en el vetusto y a veces aburrido continente europeo, en el lejano Oriente parece que los encuentros con desconocidos se convierten de nuevo en un acontecimiento humano y vital que hace a uno reencontrarse con un alma que en Europa parece dormida o aletargada.
Hoy, en pleno siglo XXI, sigue fascinando tanto como antaño aquella diversidad asiática llena de contrastes . En mi caso , me ayuda a seguir disfrutando de la vida y a continuar aprendiendo de los enormes contrastes que siguen existiendo entre Asia y la vieja Europa…
Hoy la cita es: “Viajo por placer y por curiosidad” Sir Patrick leigh Fermor
Me alegro mucho este articulo . gracias por todo .
@Pau: Asia tiene ese toque que especial que te atrapa y que te hace querer regresar. Espero que vuelvas pronto. Un abrazo amigo.
Me alegro de que hayas podido estar de nuevo por allí, yo me muero de ganas por volver.