Doy a la tecla todavía con el cansancio (relativo) de un viaje de vuelta desde Asia a España. El ritual que sigue a los regresos suele ser el mismo de casi siempre: una mochila que se guarda hasta una nueva ocasión, ropa sucia que parece que camina sola y que va buscando el frescor de la lavadora, libros leídos que van sin orden fijo a la estantería, una guía de viajes más arrugada y maltrecha que mezcla sus páginas con infinidad de papeles y subrayados, una libreta con anotaciones y garabatos que muchas veces no tienen sentido y finalmente como no, una cámara de fotos desperdigada por la mesa del salón que en su interior guarda momentos inmortalizados.
Por un lado están las cosas físicas de cualquier viaje que son fáciles de poner en orden, por otro está la psique con sus idas y venidas, y eso queramos o no es otro cantar. Y es que en la mente se agolpa un caleidoscopio lleno de imágenes, de olores y sensaciones que hace que durante unos días todavía uno tenga dudas del lugar en el que está.
A veces lleva tiempo eso de poner un poco de orden a todo, las emociones se disparan cuando uno echa la vista atrás y no son pocas las veces que ciertas cosas parecen sacadas de una película o un libro de aventuras. Siempre he pensado que es muy importante volver de cualquier viaje, saber regresar no es sencillo, muchas veces hay que asentar la cabeza (y el alma) para que la vuelta a la rutina sea un aterrizaje lo más normal posible.
Mientras escucho el ruido de los coches en la Barcelona donde vivo, veo en mi memoria algunos chispazos de lugares y gentes que van quedando atrás y que son parte de una nueva experiencia. Miro por la ventana y ya no aparecen pagodas doradas, ni hay llamadas a la oración, tampoco siento el caos del tráfico en calles sin semáforos que marquen el orden definido por un simbólico color inexistente. Queda atrás el calor tropical por el encuentro con unas temperaturas que aunque suavemente mediterráneas, son más propias de la gélida época que da inicio a un nuevo año.
Desde hace un par de meses tengo unas anotaciones en la libreta con aquello de las raíces y alas, mezcladas con apuntes del viaje interior y el conocimiento del mundo. Ahora releo ciertas notas y pienso en los por qué de haber puesto dichas letras encadenadas. Reflexiono entre libros y notas, buscando quizá que los dedos de mis manos den forma a cualquier cosa que ha quedado atrás.
No sé si la madurez va o viene, si la vida va marcando pasos, creando caminos diversos o si en cambio todo consiste en una mezcolanza graciosa que va acoplando unas cosas con otras para seguir haciéndonos pensar y dudar de lo aprendido. La verdad es que no lo tengo nada claro y creo que a veces tampoco me importa demasiado. Pienso cada vez más que las circunstancias de cada uno dependen de una cantidad ilimitada de factores que guarrdan casualidades simplemente con los dados del azar. Lo que siento, y cada vez valoro más, es el sincero agradecimiento a la vida por poder dejarme ver, sentir y aprovechar ciertas oportunidades. Quizá el saber apreciar y valorar las raíces me ha hecho ensanchar los horizontes con unas alas que veo que cada vez más vuelan dirigidas al lejano Oriente.
Decía el bueno de Patrick Leigh Fermor que viajaba por placer y curiosidad, el gran viajero y escritor inglés definía así alegremente el arte de moverse. Su contemporáneo Bruce Chatwin por otro lado alardeaba más del estilo de nómada moderno que últimamente tan de moda se está poniendo con las nuevas herramientas digitales.
Sea como fuera, cada uno es libre de pensar y de sentir el viaje a su manera, bien sea por el simple placer hedonista de darle alegría a la vida o de mezclarlo con unas dosis de aprendizaje vital. El que esto escribe cada vez cree más que va haciendo el camino a lomos de ciertos libros y viajes que le ponen a ciertas personas dejando huella.
Me siento con la libertad y cercanía de recurrir no pocas veces al ejemplo de las letras que se cruzan con los caminos. Y quizá fruto de los años que van pasando uno va atando algunos cabos y deshaciendo otros. Aterrizo y sigo leyendo, subrayo unas palabras de Lorenzo Falcó que resumen muchas cosas y que me llegan al alma justo cuando cierro la mochila: Sólo dispongo de una vida. Un breve momento entre dos noches. Y el mundo es una aventura formidable que no estoy dispuesto a perderme…
Hoy la cita es: «Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.» Agatha Christie
Al final quedan unos pocos recuerdos y alguna fotografía. En algunos casos incluso se puede crear un blog de viajes donde plasmar las experiencias, una forma de almacenar los recuerdos, Ciertamente en los viajes se trata de vivir el presente, el pasado se nos escapa.
Hola, soy Álvaro webmasters de guiadehoteles.net es un sitio nuevo y quiero recomendar los mejores hoteles en el mundo, se que sabes mucho del tema, es gratis te invito a publicar o recomendar un hotel en cualquier parte del mundo 🙂
Saludos
Genial relato compañero, me gusta eso de que cada uno escoja su camino y su forma de viajar, vivimos en un mundo con demasiadas etiquetas
@Lonifasiko: Yo reconozco que vivo y viajo inspirado por las pequeñas cosas, entre ellas la historia, los libros y sobre todo las personas que ocupan sin duda uno de los lugares prioritarios. Me fascina la diversidad del mundo y todo lo que la gente puede mostrarte en los caminos. Un abrazo y buenos vientos 🙂
Apreciar y agradecer la vuelta de un viaje, apreciar tus raíces, dar las gracias por la suerte que tenemos de poder ver y conocer mundo de forma muy cómoda… Son muchas cuestiones filosóficas que como dices, según nos vamos haciendo mayores, vamos valorando más. A mí me pasa últimamente con las personas. Los mejores momentos de mis últimos viajes los están marcando las personas con las que me cruzo, relaciones personales en las que cada vez me fijo más: detalles, miradas, conversaciones… ¿Me estoy haciendo mayor? Me alegra ver que esas alas vuelan cada vez más alto y de forma más libre, hoy hacia Oriente, ¿mañana hacia…? Qué más da, lo importante es que sigas, sigan, sigamos volando Ivantxu ;). Un abrazo!
Gracias Julen, todo bien por aquí, aunque poniendo la mente en orden 🙂
Bonito relato lleno de preguntas que inspiran para seguir camino. Ánimo 🙂