Ulan Bator ejerce como capital de Mongolia, pero está claro que lo que de verdad ejerce atracción y se va buscando es poder ver y sentir los enormes espacios abiertos que hay a lo largo de las inmensas extensiones del país. Las comunicaciones dentro del país en transporte local como todos podéis imaginar no están muy desarrolladas .Dista mucho ese aspecto de lo que se puede experimentar en cualquier otro país asiático de los que he visitado. Y es que tanto en el sudeste asiático, como en China, India o Nepal los transportes funcionan , mejor o peor pero siempre hay líneas regulares o transportes especiales. En Mongolia en cambio tienes que contar con la premisa de que debes adaptarte a lo que hay. Y en ese caso lo que hay es escoger un Tour para poder visitar parte del país durante X días. Una semana, dos o lo que decidas. Nuestra elección fue dedicar 8 días a explorar parte del país.
Para elegir un Tour en Ulan Bator pensamos varias opciones, tanto de lugares como guías. Finalmente llegamos a la conclusión de hacer el viaje por el Gobi durante esa semana, y finalmente nos decantamos a ir en el viaje que ofrecían el Golden Gobi ( un genial Hostel que ofrece Tours y que es regentado por una amable familia) .
La idea es que normalmente estos viajes son compartidos con otras personas, en nuestro caso tuvimos la suerte de encontrar a una genial pareja. Susana de Madrid y Gianluigi de Napoles, unos encantadores viajeros afincados en Roma. La mezcla latina aparecía en el corazón de Mongolia, curiosamente estaban haciendo el Transiberiano y estaban buscando ´compañeros´ para esos días de viaje. Tras ver varias opciones, todos acordamos en el viaje por el Gobi y en la duración del mismo.
Lo primero que nos dijeron antes de realizar el viaje es que estaríamos una semana sin ducharnos, lo cual sea dicho de paso es algo que termina notándose 🙂 . Nuestro transporte iba a ser un viejo jeep ruso que ejercía como un titánico explorador por los desiertos mongoles. Una de las mejores partes del viaje es contar con los guías locales: en nuestro caso tuvimos la suerte de tener a Gotov y a Bayra. El primero ejercía como chef ( hay que decir que la cocina mongola y sus cocineros no destacan por su creatividad y destrezas) traductor y guía, y el segundo como chofer y mecánico.Con tan ilustres personajes íbamos a compartir una emotiva semana llena de vivencias, risas, grandes momentos y la sana amistad de la gente noble y afable que abunda en Mongolia.
El jeep ruso iba a ser parte de nuestro hábitat natural durante esa semana, pasamos bastante tiempo en su interior puesto que las distancias del país son enormes. El primer día y a unos escasos veinte minutos de distancia de Ulan Bator ya empiezas a experimentar la belleza súblime y la grandeza de Mongolia. Caballos a lo lejos, pastos enormes y la internacionalmente reconocida imagen del hogar del país : Los gers , esas casas que sirven como viviendas itinerantes de uno de los pocos pueblos nómadas que siguen quedando en el Planeta Tierra.
Tras la excitación de la primera media hora , ya empezamos a sentir el vaiven del jeep y los saltos provocados por la orografía del terreno. Las carreteras desaparecen, y los caminos rurales apenas se distinguen. Muchas veces es el campo a través la mejor solución para elegir el camino adecuado. Las primeras horas sirven para conocernos un poco más entre todos, preguntas de rigor sobre nuestras vidas y la pasión por los viajes y la aventura. Con Gotov y Bayra hablamos de Mongolia, del Comunismo y de diversas experiencias que han tenido en otros tiempos. Entre Claudia, Susana, Gianluigi y yo empezamos a hablar un poco de todo: desde las experiencias con el Transiberiano a la burocracia rusa o el simple gusto de viajar como mochilero y lo bien que nos sentímos al entrar en los hostels que hay por el mundo.
Aproximadamente a las tres horas de nuestra salida de Ulan Bator hacemos la primera parada seria del viaje, una parada técnica para comer y poder entrar por primera vez en un ger. Lo bueno de hacer viajes en ciertos lugares como Trekkings o tours con gente como el Golden Gobi o la Eagle House de Chiang Mai es sin duda el impacto beneficioso que el Turismo Responsable tiene en poblaciones y gentes de estos lugares. La comunidad se beneficia del turismo de una forma directa, tras los primeros y tímidos saludos podemos ver las francas y sinceras sonrisas del pueblo mongol. Entrar en el primer ger es recibir el té con leche fermentada, conocido como airag, es una de las cosas más fuertes que recuerdo haber tomado en años. El primer gesto es obviamente el de aceptar la hospitalidad, aunque las primeras sensaciones son la de las sinceras sonrisas que invaden el ambiente, eso se mezcla con el fuerte olor de la leche que se siente por todos lados y se hace dificil de tomar a la primera. Sin duda que las sinceras sonrisas de los mongoles es algo que entra por los ojos y el corazón, haciendo desde el primer momento super agradable la estancia.
En ese primer contacto con la gente de los gers podemos ver detrás de la vivienda a un grupo de crios jugando alrededor de una canasta . Sin duda que dista mucho de las canastas que teníá en mi Colegio, pero al final no deja de ser grandioso eso de poder jugar a baloncesto a miles de kilómetros de aquellas canastas de minibasket con las que crecía, ahora con muchos años más a cuestas me encontraba bromeando y jugando alrededor de una canasta hecha con un tronco de un árbol y un madero. Sin cortarme un pelo decido ir a bromear con los crios e intentar jugar.
Sudorosos, con las primeras risas y la primera toma de contacto con la población local nos sentamos a la mesa. Como dije antes, la gastronomía no es el fuerte del país. Así que empezábamos a saborear uno de los platos que se iban a repetir durante todos los días, o algo de cordero o algo de pasta. No obstante empezamos a adaptarnos rápidamente a lo que teníamos por delante en el ámbito culinario. Tras el almuerzo y un breve descanso proseguimos la marcha, Sin saber aún que esa iba a ser nuestro primer ger, pero también el último una semana después.
Parece mentira que hace una jornada estuvieramos en la ciudad, ahora delante de nosotros solamente aparecía la inmensidad de un paisaje mágico : la amplitud y belleza de un cielo perfecto que servía de soporte a las bellas montañas y pastos que se extendían durante cientos de kilómetros. La ausencia de presencia humana raramente salpicada por algún ger a lo lejos o el galope de unos jinetes sobre unos pastos extensísimos. Los camellos se nos aparecían en algunas ocasiones y nos hacían ver que estábamos al borde de una de las zonas más áridas y con la climatología más extrema de nuestro planeta. Con esto no es dificil entender que uno perciba y sienta una increíble sensación de libertad, tranquilidad y paz. Y es que si piensas friamente, muy lejos de aquí queda Internet y las frías oficinas , la contaminación de las ciudades o el rigor de los horarios parecen una pesadilla que aquí no existan. El silencio extremo del viento que agudiza el paso del tiempo contrasta con ese estilo de vida que hemos dejado atrás en el que las agendas y el sonido de los pitidos de un coche o del teléfono móvil invaden nuestra vida.
Pasaban las horas y de repente nos dice Gotov que en breve vamos a hacer una parada, divisar una zona de acantilados, de rocosas formaciones que nos permiten saborear la naturaleza en su bello esplendor. Todo ellos nos da tiempo para divisar de primera mano las formaciones cambiantes de un paisaje que iba a oscilar tremendamente durante la semana que teníamos por delante. Llegar al lugar donde pasaríamos nuestra primera noche sería encontrarse con la hospitalidad de un pueblo, pero a la vez con la magía de un improvisado granizo y con los colores de un arco iris que hicieron de este día un lugar para mantenerse siempre vivo en nuestra memoria y corazón…
Hoy la cita es: «A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco» Michel Eyquem de Montaigne
Hola Juan, un gran lugar sin duda. Fue una gran experiencia poder visitar Mongolia y ver sus maravillosos paisajes y gente. Poder ver de primera mano ese pueblo que en muchos casos sigue siendo nómada y que apenas ha cambiado a lo largo de los siglos fue muy especial.
Muy buena descripción y fotos. La imagen de la Canasta artesana en medio casi de la Nada es muy sugerente y descriptiva del lugar. Toda una lección. Para poder vivir en lugar como ese, se debe haber nacido allí. Un lugar para desinfoxicarse y desintoxicarse. Un saludo.
@mivertigo Gracias, si, el viaje del Transiberiano lo hice con Claudia, si necesitas algo de info me dices.
@Germán Gracias por el comentario, me gusta escribir y me gusta viajar. Creo que algunas de esas compartidas saben mucho mejor 🙂
Qué interesante. Viajamos contigo a través de tus descripciones. Gracias por dejarnos entrar en tu mochila Ivan.
Echando un vistazo a «Desde otro planeta» he encontrado tus comentarios sobre el transiberiano así que he llegado aquí ávida de más historias e información… ¡y he encontrado un montón!
Gracias por compartir tus viajes