Durante mi viaje por Rumania tenía una visita señalada que me iba ayudar a entender mucho del pasado de dicho país Balcánico. El destino marcado era vistar la Prisión Museo de Sighet y para ello debía subir al Norte del país, al lado de la frontera con Ucrania.
Allí está uno de esos lugares imprescindibles para todas aquellas personas apasionadas por la Historia y que quieran saber algo de lo que ocurría tras aquella cortina del viejo Telón de Acero. Un viaje a las tinieblas de la Historia reciente y donde la oscuridad aparecía bañada en sangre bajo los llantos de miles de pobres seres humanos que fueron asesinados por la locura y el fanatismo.
El museo de Sighet es un memorial que nos recuerda el genocidio que durante décadas tuvo lugar bajo el Comunismo. Un museo que nos viene a mostrar la locura del ser humano bajo una dictadura más. Y al final uno ve con sus ojos y sus viajes el legado de sangre, muerte y opresión que dejan las dictaduras (tanto las de derechas como de izquierdas) . Como en otros países del Este es uno de esos lugares cuya visita me resulta obligada, me ayuda a conocer parte de la Historia reciente de aquel viejo sistema comunista.
Rumania fue uno de los países que vivió antes y después de las dos guerras mundiales uno de los mayores acontecimientos geopolíticos de todo el bloque del Este. Dichos hechos fueron muy intensos, tanto a nivel social como entre la propia estructura geográfica del país. La derrota del Imperio Austro-Húngaro en la Primera Guerra Mundial y de Alemania en la Segunda llevaron a la adquisición y perdida de tierras. Por un lado Transilvania pasaba a ser parte de Rumania, una tierra que había sido de Hungria, por el otro Bucovina y Moldavia pasaron a manos de la URSS.
En ese periodo de entreguerras el país vivió como en otros países la irrupción del nacionalismo y de movimientos fascistas como la Guardia de Hierro . Tras el conflicto bélico y tras la división de Europa en bloques vinieron unas décadas gobernadas con mano criminal por los dirigentes del PCR (Partido Comunista Rumano). Finalmente la revolución popular del año 1989 en Timisoara fue la semilla que gestaba la caída del tirano Ceacescu y de todo aquella locura de Sistema.
Llegué a Sighet en bus desde Satu Mare, a través de la ventana pude divisar durante horas la belleza de un paisaje que surcaba montañas y preciosos valles. Aquí en estas zonas montañosas destacan las casas e iglesias de madera que nos van mostrando otras nuevas caras del fascinante país de contrastes que es Rumania. Al bajarme del bus ya noté que se respiraba un aire diferente al que dejaba detrás, quizá era la cercanía de la frontera Ucraniana o quizá fuera la cantidad de matices que iban acompañando el citado lugar.
Tras instalarme en el hostel para dejar la mochila me dispuse ir a visitar esa prisión que ha sido convertida en museo para recordarnos a todos parte del cruel pasado que tuvo el país. La entrada al lugar es simbólica, algo menos de dos euros, pero desde que traspasas la entrada sientes que estás en un lugar especial. Al igual que ocurre en otro lugar como la prisión museo del S21 en la capital Camboyana , el impacto es inmenso desde el primer momento que traspasas sus muros.
Fotos de miles de personas asesinadas o arrestadas surcan las paredes de la planta baja del museo prisión. Sus rostros nos muestran las dosis de miedo y de temor ante una muerte que intuyen que les espera por algo que ignoran. La prisión de Sighet tenía el objetivo de eliminar a la élite del país, por allí pasaron intelectuales, dirigentes políticos o sindicales que fueron encarcelados y/o asesinados . Sus paredes fueron centros de detección y tortura que acabaron con la vida de muchos seres humanos. Por eso al caminar por sus pasillos se siente un agudo nudo en el estómago que se acopla a algunas lágrimas que pueden salir cuando menos te lo esperes.
Subiendo las escaleras uno va viajando por la Historia y sintiendo el paso del tiempo al ver como la locura de décadas van haciendo mella en el país. La propaganda soviética encuentra buenas réplicas en los partidos comunistas de sus países satélites, y a pesar de las ganas de libertad del pueblo un sistema dirigido con mano de hierro marca las pautas de un juego donde la ciudadanía tiene siempre todas las de perder.
Llantos de una abuela o niños despojados de todo se unen a adultos encerrados en unos centros de detención que son la antesala de la muerte. A través de las fotos se va marcando el caminar por un pasado que me ayuda a conocer algo del país en el que me encuentro. Voy abriendo puertas de la Historia que me trasladan de primera mano algo de lo que ocurrió en estas latitudes. Y al igual que en otros países del Este resulta una visita que ninguna clase de Historia puede superar. El estar in situ en el lugar me lleva a sentir y a pensar en la vida que se une a la locura del hombre por el poder . Imagino lo que era la vida , pero me resulta imposible entender cierta locura asesina, trato de imaginar a todos los millones de seres humanos que se quedaron en el camino en esos Gulags o centros de detención que iban desde donde me encuentro hasta la lejana Siberia.
Y al final uno siente extrañas sensaciones en estos lugares, son espacios donde uno valora esa libertad que tiene y de una forma humilde muestra su pésame y solidaridad con todas aquellas víctimas que perdieron la vida por la locura del ser humano. Sighet es uno de esos lugares imprescindibles que debe visitar cualquier viajero, una visita que ayuda a entender la Historia de un país y a sentir en silencio las lágrimas del pueblo rumano.
Hoy la cita es : » Viajar es imprescindible, y la sed de viaje , un síntoma neto de inteligencia» Enrique Jardiel Poncela
Parece de esos lugares donde se te encoge el corazón y te das cuenta de lo mezquino que puede llegar a ser el ser humano.
Hola Pau, son de esos lugares que educan mucho y ayudan a pensar en cosas como la libertad. Se te encoge el corazón en sitios como Sighet o el S21 de P.Penh, pero son lugares que uno debe visitar para aprender no solamente de la Historia, sino de la propia vida. Un abrazo amigo