Mi viaje por Ucrania tenía en Crimea una importante cita con la Historia. Esa región marcaba como pocas partes de Europa la sensación de estar en un cruce de caminos. La sola lectura de su entrada en wikipedia ayuda a comprender un legado rico y a la vez conflictivo de una lejana región que a pesar de estar en territorio ucraniano sigue siendo de vital importancia para Rusia.
Crimea, al igual que otros territorios de la antigua Unión Soviética puede considerarse como un espacio en blanco para la mayor parte de los viajeros occidentales. Aquello territorios quedan demasiado alejados de las rutas turísticas del Este de Europa y se cuentan con cuentagotas los viajeros occidentales que llegan a estos lugares.
Aquel libro de «El Mar Negro, cuna de la civilización y la barbarie» resumía como pocos la trascendencia de una región que sigue siendo un enclave fundamental para entender la actualidad de esa parte del mundo. Cualquiera que se sienta fascinado por la Historia tiene una cita en una tierra que hoy convive con una doble cara, la del turismo y la de su importancia geo-estratégica militar.
Durante décadas la región estuvo cerrada a los occidentales y durante siglos fue un enclave totalmente expuesto a invasores, comerciantes y gentes de diferentes pueblos. Las guerras y los intereses por controlar esa región han sido constantes, desde los comerciantes griegos a los militares rusos pasando por los tártaros o las invasiones turcas. Para Occidente ,la región se pone en el mapa al hablar de la famosa Guerra de Crimea que fue un cruel campo de batalla entre las potencias occidentales de Francia e Inglaterra, el Imperio Otomano y Rusia. Esos hechos bélicos quedaron grabados en la Historia, como después también lo fue aquella Conferencia de Yalta que marcaba el final de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, la Historia y la región de Crimea apenas se nombra en la reciente crisis de Ucrania con Rusia y la Unión Europea.
Desde aquellos griegos a los actuales rusos han sido muchos los pueblos que han visto el atractivo y la importancia vital de una tierra marcada por el azul del mar y el verde de muchas de sus montañas.
Crimea siempre fue vista como un oasis de la Unión Soviética a donde mucha gente aspiraba poder ir. La calidez de sus aguas y lo suave de su clima estaba a años luz de los gélidos inviernos que asolaban la mayor parte del territorio soviético. Crimea era un paraíso para algunos pocos proletarios que podían ir en aquellas décadas en las que estaba prohibida la salida del territorio rojo.
Aquella región de Crimea era el lugar escogido por los jerarcas del Partido Comunista de la antigua URSS y por los privilegiados que podían escapar del frío ruso. Hoy, sigue siendo un enclave veraniego y estival que convive con una posición privilegiada en la maquinaría bélica de Rusia.Ciudades históricas como Odesa, Yalta o Sebastopol conviven entre el peso de su pasado y los bañadores horteras de una buena parte de los veraneantes que hay aquí.
Hoy en día el verano de Crimea ve como los trenes llegan desde territorios lejanos, son miles los turistas procedentes de capitales como Moscú, Kiev y Minsk que conviven con las gentes de provincias. Esas gentes han venido en esos trenes abarrotados durante decenas de horas para poder disfrutar del mar. Atrás quedan las décadas de yugo soviético donde la libertad de movimientos estaba controlada. Hoy en día, y a pesar de tener aquel viejo imperio caído ,la región sigue viendo como conviven las sombrillas con los buques de guerra y los submarinos.
A poco que uno deje volar la imaginación puede viajar en el tiempo y pensar en todas esas gentes que tienen un brillo en los ojos al llegar aquí. Esa sensación de euforia es algo que ha permanecido desde hace décadas: el sueño de pasar unos días en las costas de Crimea.No cuesta pensar en la satisfacción que supone para muchas de las gentes poder llegar a un entorno con clima Mediterráneo y que hablen su misma lengua. Se ve la sonrisa de las gentes al disfrutar de un clima envidiable para unos pueblos que están acostumbrados a vivir más de medio año entre nieve y frío.
Abandono Kiev desde una abarrotado estación de tren y llego aun vagón de tercera clase con rumbo a una Sebastopol que sigue siendo base naval rusa. El tren arranca y veo como mi viaje va dejando atrás la sangre y las lágrimas de la Historia. Mientras el tren chirría pienso en lo que dejo atrás: del horror de Auschwitz, el Holodomor, los recuerdos de Chernóbil y la Segunda Guerra Mundial.
El azul del mar me espera para seguir caminando a través de la Historia…
Hoy la cita es: «En Rusia no hay caminos, tan solo direcciones» Proverbio ruso
Excelente post!!. Saludos
@Angélica: Pinta muy mal el presente de Ucrania, viejos recelos y heridas no cerradas de la desintegración de la URSS. Esperemos que se solucione.
@Sara: Es un tema muy complejo el de Ucrania y lamentablemente creo que todavía queda mucho para que se solucione.
Que pena por lo que están pasando ahora, ojalá y no acaben mal las cosas y puedan resolver los problemas como personas en pleno siglo XXI !!!
saludos!!
hola!
da muchísima pena lo de ucrania. al final habrá que ver como queda. eso sí: cuando hay intereses todos atacando a saco «en nombre de la libertad», luego si no hay que hagan lo que quieran los rusos…
@Darmstadtio: Gracias por el comentario. Me gusta viajar y conectar cosas de la Historia y de la actualidad social y geopolítica. Un saludo
Muy bonito, y la parte de historia interesante. Considero que al viajar, culturizarse a través del viaje y aprender de los lugares a donde vamos, es una parte crucial para los que amamos ésto.
Un abrazo.
Hola Pau. Ucrania era y es un lugar complejo, tanto por su propia Historia como por los dramáticos hechos que ocurrieron allí durante el siglo XX. Todo eso unido a otros temas que afectan de lleno a sus fronteras. Esperemos que no vaya a peor. Un abrazo amigo.
Malos tiempos para los amigos ucranianos, espero que la situación mejor pronto, aunque hay muchos intereses energéticos de por medio.