Tras dejar atrás las maravillas de Zhangjiajie y despedirme con cierta tristeza de la agradable y risueña Summer parto a un nuevo lugar. Summer fue esa chinita a la que me encontraba en el parque natural, me produce gracia eso de que en China las personas pueden elegir su nombre occidental,y muchas de las jóvenes optan por nombres muy americanos , ya llevo varias Summer en estas semanas. Ahora debo emprender de nuevo la ruta, Summer es una nueva gran persona que me encuentro y que voy dejando atrás en este viaje tan especial que me lleva siempre a tener billetes de ida y no de vueltas. Voy en un peregrinar constante que me va llenando de experiencias, momentos, lugares y personas. Durante el viaje experimento que el aprendizaje teórico queda totalmente subordinado ante la práctica y a la riqueza del mundo real que está a la vuelta de la esquina cuando optamos por la palabra Ir.
Despedidas que van llenando el baúl de este viaje, iré dirección sur, casualidades de la vida tras desayunar y estar a punto de irme del Hostel vuelvo a encontrarme con Ying Teng ,una chica de Malasia que trabaja( mejor dicho trabajaba ,pues anda de viaje muchos meses) en Sydney para Microsoft. Mí idea es ir a Fenghuang, lugar afamado por su belleza y que como tantos otros voy encontrando en el listado general de Lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Tras hablar con ella y viendo que también se debe ir del hostel, me comenta sus planes,resulta que en la misma dirección de Fenghuang hay a unas pocas horas de distancia un lugar que puede interesarme visitar y que es donde ella se dirige. El lugar se llama Dehang ,yo no tenía ni remota idea de su existencia, pero me logra atrapar cuando me dice que es una de esas joyas en el que uno cree trasladarse a los albores de una China antigua, sabia y milenaria, así que en cinco minutos me decido a acompañarla.
Como siempre, mis planes están totalmente abiertos al cambio, la riqueza y grandeza del viaje para mi reside en la improvisación total, en dejar nuestros corazones y caminos abiertos al cambio,a estar completamente abiertos a lo que pueda pasar. Por eso nunca he creído para mi en las rutas establecidas ni en los formatos de viaje en grupo que tanto suelen gustar a mucha gente, para mi es precisamente la pérdida de control y la magia de los (causales??) encuentros lo que me fascina. Todo ello es lo que muchas veces me lleva a lugares y gentes inimaginables,y todo ello conforma un conjunto de cosas que me motivan a seguir viajando de la ( única) forma que sé.
Tras comentar con Ying el trayecto que debemos hacer me dice que hay que ir igualmente a Jishou, que es el cruce de caminos desde donde se bifurca la carretera a Dehang o a Fenghuang. Para llegar al lugar debemos hacer el viaje en escalas, primero en tren Zhangjiaje-Jishou y luego en el bus local Jishou-Dehang. La verdad es que se agradece enormemente que Ying hable chino, pues la rapidez es obvia al poder comunicarse. Me comenta que parte de sus antepasados son de origen chino y que en esa lengua estudió la escuela y el bachillerato en Malasia. Cabe decir que en todos estos trayectos somos los únicos viajeros, así que no dejamos de ser observados con sorpresa y curiosidad por las personas en todas las estaciones.En el viaje vamos intercambiando impresiones y vivencias de todo tipo, tanto personales, como profesionales, aunque al final ambos terminamos hablando mucho tiempo de nuestras pasiones por los viajes, tanto de los pasados, como del presente que nos llevó a encontrarnos en el camino. En el trayecto no dejamos tiempo para proyectar ensoñaciones con viajes futuros, ella me habla con mucha pasión sus experencias en Mongolia y yo a su vez lo hago de India. Quizá dentro de poco yo me dedica a visitar Mongolia en el legendario tren Transiberiano.
Dehang es una pequeña aldea de unos 500 personas, puesta en el mapa por algunos viajeros, pero donde el turismo de masas no ha llegado, como en otros lugares de China debes hacer el pago de una tasa para entrar en este espacio. Eso de las tasas son reglas que aunque no me gustan entiendo, pues da (espero) ingresos a las gentes de estas latitudes o al menos a la conservación de estos espacios naturales.
Dehang es un lugar donde piensas que no estás, es un gran contraste a los pasados días en el inconmensurable Parque natural de Zhangjiajie donde me mezclaba con cientos de turistas chinos. Y es que en Zhangjiajie es como en otros tantos lugares del mundo donde tienes que pagar el precio de estar en el mes de Agosto y coincidir con las vacaciones de la clase media china, eso y ser un lugar señalado al ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Dehang en cambio se abre ante mí como una China que he soñado desde que oía mágicas historias de exploradores,comerciantes o misioneros. Es un lugar donde pese al paso del tiempo y la modernidad puedes dejar volar la imaginación,y recrearte ante un pasado que quizá en aspectos haya evolucionado menos de lo que podemos creer.
Llegamos a un alojamiento que nos sale por unos 4 euros por persona la noche, al lado del río. Desde el inicio siento que es mágico el lugar, en todo el pueblo solamente nos encontraremos con una pareja de canadienses( en vuelta al mundo) y dos israelíes( son los mismos que me encontré en el Hostel del Parque Natural).
Tras un almuerzo popular y exquisito en la misma casa que nos sirve de alojamiento nos decidimos a explorar los alrededores, tras 30 minutos de caminata Ying se da cuenta de que se ha quedado sin baterías en la cámara ,así que se decide a volver a la habitación. Eso me lleva a seguir caminando sólo, me cruzo con una vaca y un ganadero local , ambos me mira, eso es todo. Me siento libre y muy lejos de todo, puedo ir caminando con la mente casi en blanco, el verde de los paisajes confluye con una paz extrema y con el discurrir del agua en los pequeños surcos de agua del río local. Y como si de un premio fuera, el final del camino me regala una de esas fabulosas maravillas que están a la espera de unas esquinas que parecen que han sido puestas por el genio de la botella. Allí aparece el deseo no pedido que se ve largamente cumplido al llegar a una espectacular catarata y poder estar completamente sólo.
El sentarme a presenciar su belleza de forma anónima, sin el sonido y flash de cientos de cámaras de fotos ni riadas de turistas, es uno de esos regalos que por alguna razón te da el camino. Es como ese tiempo de los regalos que fue uno de los libros más importantes en los pasados años. Son esos sencillos regalos los que van desde el sonido de los pájaros al golpeteo del agua al caer sobre el estanque del agua que fluye como un crisol. Y todo ello va perfectamente ligado a los colores que se reflejan en agua, tierra y aire. Sin quererlo me emociono ante la hermosura del un espacio de quietud donde me aproximo a uno de esos conceptos tan efímeros como temporales:La FELICIDAD.
Tras media hora de absoluta paz y calma llega la viajera malaya que no da crédito a la belleza del momento y lugar, hablamos, caminamos, bromeamos, reímos y recorremos el entorno, bordeando y atravesando la bella catarata en su caída final.
El pueblo lleva esa impronta huella del terreno de los sueños, durante los cuales a veces es difícil despertarse ,lugareños que no te prestan atención, frutos y cultivos secados al sol en la plaza del pueblo como en pequeñas casas, animales que se dejan confundir con el ser humano, y que conviven con patos,perros,gallinas,gatos y otra fauna local. Y todo ello acompañado de la sonrisa inocente de algunos niños, uno de ellos se hace amigo y no deja de perseguirme para sacarse fotos con nosotros.
La vida transcurre por algo tan sencillo como la luz solar, el alba refleja la actividad con el canto del gallo,la noche para la vida del pueblo, y con la oscuridad llega la única actividad diversión local : el juego. Y es que a esas horas aparece una de las grandes aficiones del pueblo chino, las apuestas que tanto apasionan en China. Comemos de noche con escasa luz, saboreamos las delicias de la gastronomía popular y bebemos cerveza en buena compañía a la luz de una luna que poco se me parece a alguna que puedes ver en ciudades grises y llenas de almas gemelas, donde la vida trascurre por el verbo tener y no por el sentir , en definitiva el vivir.
Pude explorar los alrededores a pie, ver otras cataratas, y sentir de primera mano como viven los lugareños en aldeas en las que la vida parece que ha cambiado bien poco desde hace siglos, un mundo que parece lejano al rugir económico del dragón asiático, y donde no se notan problemas socioeconómicos o ambientales de ese crecimiento tan desmedido y rápido que lleva parejo un sin fin de desigualdades y problemas sociales.
Los tres días que allí pasé me llevaron a un mundo de leyenda, de ensoñaciones infantiles y adultas, donde pude ver, sentir y amar lejanas tierras con todo ello las leyendas se fusionaban con la realidad y me llevaban a aproximarme al libro de las maravillas de las que hablaba un veneciano de nombre Marco Polo…
Hoy la cita es: «A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco». Michel De Montaigne
Bueno, ahora tengo la duda, de si estás recordando o viajando… Pues tus post de viaje eran diferentes, más notas de viajero
Me encantan las fotos, pero sobre todo me gusta lo que escribes, que supera con mucho las fotos para describir lo que estás viviendo. No intento dejar un comentario de más enjundia porque no me sale nada ahora mismo, con lo impresionada que estoy. Te deseo que sigas disfrutando mucho de todo y buen viaje!