La Historia de los seres humanos está llena de matanzas, guerras y genocidios, es algo que lamentablemente va ligado con nuestra propia existencia y condición. El pasado siglo XX ha estado bañado en sangre desde su inicio hasta su final y dejó en Europa decenas de millones de muertos con las dos guerras mundiales.
En las primeras décadas del siglo pasado y antes del Holocausto tuvieron lugar dos genocidios no demasiado conocidos, el primero fue el genocidio armenio provocado por un ya decrépito imperio otomano, el otro fue la gran hambruna ucraniana del Holodomor que fue provocada por las infames políticas agrarias de Stalin y el partido comunista de la antigua URSS. En ambos casos las cifras de muertos se contaban por millones y fueron políticas creadas para exterminar a una gran parte de la población civil de los citados países.
De los hechos acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial se recuerdan lugares y acontecimientos claves como el desembarro de Normandia, la batalla de Stalingrado, las bombas atómicas sobre Nagasaki e Hiroshima o el ataque a Pearl Harbor. Pero de aquel conflicto y aquella época hay una palabra que solamente con nombrarla nos lleva a identificar lo peor del ser humano y de aquella contienda: Auschwitz.
Si hay un genocidio que todo el mundo identifica es el Holocausto y es sin duda ese lugar de Auschwitz el que nos lleva a pensar en la matanza programada de seres humanos por la solución final del régimen nazi contra los judíos. Aquel Holocausto sigue bien presente en la vieja Europa y en el presente del mundo, pues no debemos olvidar que posteriormente tendría lugar la creación del Estado de Israel con los consiguientes conflictos que traería para Oriente Próximo.
Por lo tanto, a pesar de que han pasado ya muchas décadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial todavía se pueden sentir en la vieja Europa recuerdos de lo que fueron aquellos trágicos años. Ciudades de centro de Europa y del Este siguen teniendo recuerdos de aquellos tiempos: los guetos judíos, las placas con nombres en el suelo que nos recuerdan a los muertos, los museos del aquel conflicto o los numerosos campos de concentración nos plasman de manera real y didáctica lo que ocurrió allí.
Mi presente viaje a Ucrania iba a empezar en la vecina Polonia y más allá de conocer la hermosa Cracovia tenía un motivo principal en la visita al campo de concentración de Auschwitz. Desde hace muchos años tenía pendiente la visita a ese lugar que recuerda como pocos el horror del que hablaba Joseph Conrad en el corazón de las tinieblas. Los motivos para querer visitar un campo de concentración son varios, es algo que quizá no sea apto para todo el mundo, pero en mi caso me ayuda a entender de forma real la Historia.
A primera hora de la mañana de un agradable día de verano me subía a un bus local que en una escasa hora y media me llevaría desde Cracovia al horror del siglo XX. El propio viaje en bus se convertía ya en la primera etapa de un encuentro con la Historia. Costaba pensar que la mayoría de los viajeros de aquel bus tuviéramos como destino el lugar que recuerda el asesinato sistematizado de más de un millón de seres humanos.
Aquel viaje se convertía por así decirlo en un necesario encuentro con otra época, un viaje en el tiempo para recordar aquel infierno de la Segunda Guerra Mundial y el infame Holocausto.
La entrada a Auschwitz se convierte ya desde el inicio en un hecho inclasificable al pasar bajo aquellas tétricas palabras escritas en alemán : Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres). Camino y siento todavía un olor extraño, pocas veces he percibido algo parecido en mi vida. Avanzo entre los barracones y entro en algunos para ver los rostros de miles de seres humanos que fueron exterminados. Sus miradas perdidas y sus cuerpos demacrados recuerdan la extrema crueldad de aquel lugar antesala de la muerte. En sus ojos se ve el horror y el miedo a una muerte que se sentía allí, a su lado se pueden ver a los nazis que les golpean y les humillan.
Durante las horas que estoy en el lugar se siente un silencio sepulcral que se instala en el ambiente, nadie habla pero algunos lloran. Avanzamos a paso lento y vemos los restos de algunas de las gentes que fueron asesinadas en Auschwitz, ropa, zapatos, maletas y objetos personales se agolpan en montones apilados.
Avanzo y veo un crisol de colores y cruces que fueron las formas de identificar a seres humanos en aquel campo de la muerte. Colores diversos para clasificar a judíos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, rusos, presos políticos y antisociales.Tatuajes macabros que marcan el número en los brazos de indefensos niños como si de ganado se tratara. Al salir al exterior mucha gente siente nauseas y un olor a muerte que a pesar de las décadas pasadas todavía se percibe en el ambiente.
Vías de tren con parada en Auschwitz que nos recuerdan como cientos de miles de seres humanos fueron enviados desde toda Europa para finalmente morir en el campo de concentración. Barracones de la infamia se superponen de forma contigua y recuerdan el espacio que era la antesala de la muerte.
El sol brilla y las lágrimas caen por mi rostro en aquel día en el que me encontré de cara con el recuerdo del infierno…
Hoy la cita es : «La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona.» Voltaire
@Roamers: Es un lugar que refleja como pocos la barbarie del ser humano. Un saludo
La sensación de estar en ese campo de concentración debe ser asfixiante, que horror se tuvo que vivir ahí. Ojalá no se pueda volver a repetir nada similar en ninguna parte del mundo.
blog.weareroamers.com
@Adrian: Sin duda estamos ante un lugar que marca como pocos. Como bien dices la visita a Auschwitz es una clase real de Historia de Europa y del mundo. La dureza de la realidad siempre supera a la ficción. Un saludo
@José: Creo que cualquiera que vaya a Auschwitz sale marcado de la visita al lugar. La crueldad que allí pudimos ver es algo que permanece dentro de nosotros mientras vivamos. Sin duda, una visita dura pero muy necesario para entender la crueldad de la historia reciente como seres humanos. Un saludo
Es una época muy oscura de la historia que sin embargo no podemos dejar se olvide; es parte primordial de la historia mundial y en particular de la historia europea que atestiguó en carne propia este tipo de lugares. Gracias por el artículo.
Mejor dicho no podía ser, yo estuve en Auschwitz en la época Invernal de Diciembre, y estar dentro de las barracas a oscuras y con olor a muerte, solo imaginar el frió inmenso ( -15 bajo cero) sin ropa, poca comida, poco descanso, castigos y todo eso para terminar cremados o en pruebas de laboratorios por médicos satanistas o fusilados, con escarmientos no tiene razón de ser, he ido a varios campos de concentración y campos de exterminios nazis pero Auschwitz-Birkenau no tiene palabras. Las cámaras de Gas , los baños, el pasillo de fusilamiento de la muerte, Nunca hay que olvidar para que no se vuelva a repetir, siempre sera la verguenza para Todos los Alemanes y para los seres humanos en General lo que paso en esas épocas.