Cuando piensas en el Transiberiano tienes que tener en cuenta que muchos momentos, horas, e incluso días van a pasar lentamente, muy lentamente. El discurrir del viaje va ligado a las enormes distancias, lo fantástico tiene lugar muchas veces en las experiencias que pasan dentro del tren y en las pequeñas cosas que hacen de este viaje uno de los mayores baluartes para el viajero moderno ávido de experiencias sencillas pero apasionantes. Un viaje en el que a pesar de estar inmersos en el siglo 21 poco han cambiado las cosas con respecto a los tiempos de la Unión Soviética.
Dejábamos atrás Tartaria y la preciosa Kazan para irnos a uno de esos lugares enigmáticos y marcados a lo largo de la Historia del Siglo 20, Siberia nos esperaba, un lugar al que había viajado en la imaginación con libros de Verne como Miguel Strogoff , Thubron con su clásico en Siberia y el corazón perdido de Asia y el Nobel Solzhenitsyn entre otros. Y es que solamente pronunciar el nombre de Siberia evocaba a inmensidad, a una tierra tan desconocida como remota, a una extensión de terreno que da nombre al tren que nos transportaba, sin embargo en la mente de todos Siberia va asociada a las purgas que el régimen stalinista aplicó a millones de seres humanos y cuyo genocidio ha pasado a nosotros en obras maestras de la literatura como el legendario Gulag del anteriormente citado Solzhenitsyn .
En la mente y corazón de cualquier viajero resopla con fuerza un viaje que contiene nombres tan fascinantes y lejanos como Tartaria o Siberia, íbamos a pasar varios días dentro del tren, así que optamos por hacer el trayecto Kazan – Irkutsk con escala en Omsk- donde reposaríamos unas horas . Dejábamos Kazan atrás y nos embarcábamos en el largo trayecto y devenir hasta la lejana Siberia.
Claudia y yo decidimos irnos al vagón restaurante, sin duda que es un lugar apropiado para pasar buena parte del día, entre té en vasos de preciosa decoración y varias cervezas transcurrían las horas e iban cayendo cientos de kilómetros divisando la inmensidad y el vacio de la taiga y estepa. Para amenizar las conversaciones opté por sacar un entretenimiento, hace años leía en la revista surfer rule y en ella Jose Pellón entrevistaba mediante una forma que me resultó siempre amena y divertida, era el Test de Warhol, una palabra debe ser respondida con otra palabra y con lo primero que se te viene a la cabeza
Ejemplo
Transiberiano : Aventura
Rusia : Inmensidad
Viajar : Vida
China : Caos
Entre el citado test, muchas risas y conversaciones acompañadas por cervezas, té y sabrosas sopas rusas pasamos las horas . El personal del Transiberiano parece muchas veces sacado de una película, las risas con los occidentales y el servicio en movimiento sirve como otro de los alicientes para aquellas personas que sigan viendo el tren como uno de los medios de transporte más apasionantes que existen. Una vez más vamos en dos compartimentos separados, en el vagón de Claudia entabló conversación con Sergei, que se dirige a la zona de Altai, es un profesor de instituto con el que podemos hablar en inglés, en mi compartimento estoy con una familia rusa que viaja para ver a unos familiares, realizan el viaje con dos niños pequeños que no paran de bromear conmigo, sus nombres son Sofia y Nicolai y a la vez que sonríen muestran curiosidad innata por mi presencia , por un extranjero en su país, por llevar la conversación con signos o por palabras que les indico con mi guía, compartimos caramelos y chocolate, y sus padres me ofrecen frutas y pasteles locales. Esas risas sinceras e inocentes que no necesitan de un lenguaje formal, pues la universalidad de la generosidad y la hospitalidad es algo que el viajero conoce y que siempre aparece en las gentes anónimas y de bien.
Nuestra parada a medio camino de los miles de kilómetros que separan Tartaria de Siberia es Omsk, allí es donde descansamos 15 horas, como suele pasar en el Transiberiano, cada ciudad es una nueva sorpresa, la riqueza del viaje en el legendario tren es que pese a lo monótono que pueda parece a primera vista dicho viaje ,cada nueva parada está llena de un sinfín de experiencias, momentos, y situaciones irrepetibles. En Omsk se da la curiosidad de que la estación de tren dispone de una zona con habitaciones que se alquilan por horas para que los viajeros del Transiberiano puedan reposar durante horas o días si se da el caso, llegamos fácilmente tras preguntar , se encuentra en el segundo piso de la estación. Tras lograr comunicarnos con 2 palabras en ruso podemos entrar en la habitación de la estación , que será nuestro alojamiento desde las 12 del mediodía hasta las 3 de la madrugada que sale nuestro próximo tren, un lugar que nos permite ducharnos y dormir antes de montar en el tren. La estación de tren de Omsk se encuentra alejada del centro de la ciudad, tras preguntar y no entendernos con los lugareños, nos ayuda un joven estudiante que nos dice que es el mismo bus en el que él va, mientras hablamos con él vemos como un hombre de unos 50 años y ligeramente borracho empieza a hablar algunas palabras con Claudia en alemán. Con todo ello nos metemos en el minubus que nos llevará al centro donde saborearemos una fantástica pizza.
Tras el descanso y el reposo en Omsk nos dirigimos a Irkutsk, un viaje de 40 horas que nos va a resultar sin duda duro, problemas estomacales y el cansancio acumulado hacen que sea sin duda la parte más complicada del viaje. Superados los problemas del estómago entablamos conversación y risas con dos mujeres que están en nuestro compartimento, Soya y Alexandra con las que apenas nos entendemos, no obstante cuando Alexandra se baja del tren , podemos hablar con Soya en esos idiomas universales de los signos y de algunas palabras que todo el mundo entiende, Claudia y ella pueden entenderse ligeramente en alemán, y tras compartir momentos y conversaciones irrepetibles nos despedimos de esta mujer que resulta ser una cardióloga a punto de jubilarse y que tiene poderes de adivina por situaciones que más adelante ocurriría, con cierta tristeza y un par de besos nos despedimos de esta afable mujer , en un par de horas llegaremos a nuestro destino Siberiano.
A Irkutsk llegamos por fin, en un viaje que parecía que nunca se iba a acabar, a nuestra llegada nos recibe una temperatura suave y un cierto olor a brisa marina que puede ser fruto de nuestra imaginación o la cercanía del Lago Baikal, sea lo que fuera estamos felices de haber llegado, Irkutsk y el Baikal será nuestro reposo por 4 días, una merecida parada antes de abandonar Rusia y continuar rumbo a Ulan Bator- la capital de Mongolia-.
Irkutsk ejerce como la ciudad cercana al Lago Baikal y como la última etapa rusa para muchos viajeros del Transiberiano, aquí es donde hago mi visado urgente para Mongolia pues disponen de un consulado, aprovechamos para explorar la ciudad, sus calles, iglesias, la ribera de su rio, las plazas que aún conservan esculturas de simbología comunista y que te hacen volar con la imaginación a un tiempo donde todo estaba controlado , podemos mezclarnos con los ciudadanos en su vida diaria en mercados, tranvías y restaurantes. Las casitas de madera en el centro de la ciudad muestran una calidez que contrasta con la gelidez que solamente nos supone nombrar a Siberia. Saboreamos comida local y los famosos caramelos y chocolate rusos que Claudia me recomienda probar. Parece mentira que hace tan solo unas horas estuviéramos en el tren, parece una película el dar la vista atrás y ver la infinidad de paisajes que dejamos en los pasados días , la taiga, la estepa, montañas y ríos que surcaban miles de kilómetros, aldeas rusas, y es que sin duda al alejarse uno de Moscú se observa la Rusia más humilde, donde los Audis y Mercedes dan paso a los Ladas y a los tractores, donde las tiendas de lujo dan paso a ser tascas de pueblo, y donde los anuncios de marcas internacionales no existen y las humildes luces pertenecen a populares casitas sencillas de madera.
Irkutsk dispone esa clase de tranvías que representa para mi uno de los signos característicos del Este y el antiguo telón de acero , son esos característicos tranvías el medio de transporte que nos llevaba desde la estación de trenes al hostel que nos sirve de alojamiento en la ciudad. Cuando entramos en el hostel vemos por casualidad el mapa de Rusia, y de forma espontánea nos llena de orgullo ver la distancia recorrida desde que llegamos hace ya más de una semana a San Petersburgo, al día siguiente nos vamos a Listvyanka, una villa que sirve como ribera turística al lago Baikal y a donde llegamos tras un viaje en furgoneta en el que vamos enlatados como sardinas. Litsvyanka es una villa sin un centro muy definido, las casas van extendiéndose a lo largo de la ribera de lago y esporádicamente pueden verse ya algunos establecimientos dirigidos a un turismo que empieza a llegar a la ciudad.
Llegamos a Listvyanaka dejando atrás la lluvia de Irkutsk, por suerte nos acompaña un maravilloso día en la villa del Baikal que nos permite disfrutar de sus fantásticas vistas, podemos saborear la cocina local, y tenemos la suerte de divisar la inmensidad del lago desde lo alto de una de la montañas que la rodea y a las que llegamos en funicular, al final de la tarde y antes de cenar en los puestos del mercado disfrutamos de unas memorables vistas dentro del barco turístico que recorre durante una hora una parte del Lago. En el mismo barco entablan con nosotros conversación una pareja de jóvenes rusos que están bastante borrachos, en menos de dos minutos están ofreciéndonos alcohol y repostería local, sin duda que la hospitalidad del pueblo ruso muchas veces aparece en situaciones inverosímiles , y estamos ante una de ellas.
Volvemos a Irkutsk donde recojo mi pasaporte con el visado de Mongolia, y podemos disfrutar alguna de las bellas iglesias ortodoxas que pueblan la ciudad, estamos a punto de montar en nuevo tren que nos llevará a Ulan Bator, dejaremos atrás Rusia, sus grandezas y sus contradicciones, y atrás habrán quedado miles de kilómetros y experiencias en el país más extenso de la Tierra, un país que sigue siendo un misterio para Occidente, un conjunto de experiencias fascinantes que siguen esperando al viajero y que evocan aquella reflexión de un maestro en que lo importante no es el destino sino simplemente IR.
Hoy la cita es
«Todo lo que una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad.» Julio Verne
La cosa va bién… ¡Me alegro! ¡Abrazos!! ¡¡Mucha fuerza!!!
Ivan, ¡me tienes totalmente enganchada a tus relatos! Yo voy cogiendo nota de todo para no perderme dentro de cinco meses… =)
Por cierto, voy a citarte en la sección «Compañeros de Ruta» de Diario del Viajero este domingo, espero que no te importe, ¡este viajazo hay que difundirlo! =)
¡¡Feliz año!!
@ Asun y Ricardo, Muchas Gracias, ahora mismo estoy en España, he acabado la vuelta al mundo en Mayo, este post del Transiberiano es de un viaje en agosto, un saludo
@Pau, Gracias artista, lo mismo digo, felices fiestas, tambiñen ha sido un placer haberte conocido
Aunque la entrada no tenga nada que ver, como es la última que has publicado aprovecho para desearte unas felices fiestas.
Ha sido un placer conocerte este 2010.
Un abrazo afectuoso de Teo, Vero y Pau.
Hola Iván:
Que tengas unas Felices Navidades y los mejores deseos viajeros para el año Nuevo, que la nostalgia de estar lejos de los tuyos no te merme la felicidad de estas entrañables fechas.
Saludos.
Ricardo
Hola Juan
el Lago Baikal es enorme, el más profundo del mundo y el mayor lago de Asia, es precioso, creo que Siberia y esas zonas de Rusia y otras de las ex repúblicas soviéticas como Uzbekistan , Kirguistán y Kazakhstan son lugares llenos de maravillosos lugares e Historia al haber pasado la Ruta de la seda por allí.
En Asia conviven las grandes extensiones, las playas paradisíacas o las selvas y desiertos con el caos urbano,y lo cierto es que es un continente que echo mucho de menos y que llevo en el corazón
Estimado Iván,
por minutos he podido estar en esos lugares. De alguna forma puedo sentir la soledad de sentirse en medio de una inmensidad como la de Asia. Los occidentales tendemos a vivir aglomerados en puntos del mapa, incluso viviendo unos encima de otros, y siempre a contrareloj,… la vida pasa y los años sin sentir ni siquiera el paso lento del tiempo…. en megalópolis el tiempo vuela… en cambio en un lugar como en Siberia, creo que el cocepto de paso del tiempo cambia de forma que cada persona se siente incluso más viva. Regards. Juan
En efecto, un viaje inolvidable, en lo de Soya pues al final recordaba que era médico, pero no la especialidad, pero al final eso es la literatura, olvidar, re-crear, fabular , imaginar
Vaya risas en ese tren, y qué bueno lo del Test de Warhol, fue una gran idea. Sabrá Soya que se cumplió su profecía? Por cierto, no era cardióloga sino oncóloga, vivía en Tomsk y no me dijo nada de que pensara jubilarse 😉
En Omsk estuvimos más tiempo, llegamos de día, y salimos a las 3 de la madrugada hora de Moscú.
Desde luego que fue un gran viaje, podría repetirlo.