Good morning Vietnam fue el título de una aclamada película norteamericana que inmortalizó el bueno de Robin Williams. Vietnam es un país que inevitablemente va ligado al recuerdo de aquel dramático conflicto bélico con los Estados Unidos, y quizá por ello es un país sobre el que hemos oído en muchas más ocasiones que cualquiera de sus vecinos del sudeste asiático.
Palabras como Vietcong o Charlie no son desconocidas para el españolito medio, a pesar de que aquella antigua Indochina nos queda en el culo del mundo, pero ya sabemos del poder que tiene el cine y la influencia de los yankees sobre todos nosotros.
Aquellos fueron tiempos muy duros en plena guerra fría, lo que allí ocurrió forma parte del trauma estadounidense al verse derrotados por los esquivos y aguerridos soldados/campesinos de aquel lejano país asiático. Vietnam es un nombre que evoca demasiadas cosas, y es que aquel país y conflicto ha quedado impregnando en el cine y en Hollywood como pocos otros lugares del planeta.
Vietnam es por ello un lugar del que teníamos una referencia por pequeña y distorsionada que fuera, y es que antes de pisarlo como viajero, no fueron pocas las películas y series vistas sobre aquella triste contienda bélica. Tras haber estado dos veces en el país me vienen inevitablemente a la mente recuerdos de mis viajes, pero también legendarias películas como las míticas «Platoon», «La chaqueta metálica» o «Apocalipsis Now».
En aquellas décadas de los sesenta y setenta, París vivía su dorado Mayo del 68 y desde Londres salía parte de una caravana viajera cuyo destino era una Asia mitificada. Fueron tiempos en que no pocos jóvenes occidentales vivieron el sueño hippie viajando a Oriente para encontrarse con las culturas, los olores, los aromas, las experiencias y las gentes de lugares mitificados como las playas de Goa en la India o Katamandú en Nepal. Tiempos aquellos de lucha por la utopía entre los placeres del sexo libre, las drogas y el buen rock and roll de fondo. Pero también fue un tiempo de sangre, dolor y lágrimas para otros , como los que terminaron en una lejana Indochina que fue un matadero para cientos de miles de seres humanos, tanto vietnamitas como norteamericanos.
En las selvas de Vietnam, en sus arrozales, en sus aldeas y en sus ciudades tuvo lugar una guerra que forma parte de la historia del siglo XX y de los juegos de poder que se traían entre manos los Estados Unidos de América, la Unión Soviética y la muy cercana China.
Aquella época parece un tiempo extremadamente lejano, pero apenas ha transcurrido medio siglo. El mundo ha cambiado demasiado en pocas décadas, la Unión Soviética ya no existe, China ha pasado de ser un país tercermundista a ser la segunda potencia económica del planeta, y Vietnam ha pasado a ser un país emergente que forma parte del destino turístico elegido tanto por parejas de novios como por mochileros de Occidente.
Cuando piensas en todo ello te das cuenta de que el tiempo vuela y de los vaivenes que nos da el mundo en un par de generaciones. Pese a que hoy en día todo aquello parece muy lejano, no hay nada más fascinante que viajar a un destino como Vietnam con un buen libro de Historia para entender algo de lo que fue aquello hasta no hace demasiado.
Vietnam también fue un punto de inflexión durante mi especial viaje de la vuelta al mundo. Y es que durante aquel viaje, tanto mi hermano como otro amigo de Oviedo se me unieron para viajar conmigo y atravesar de Sur a Norte el país.
En aquella ocasión llegué a Ho Chi Minh por tierra desde Camboya con seis meses de viaje en la mochila, y ahora en cambio lo hice en avión desde Shanghai en un viaje de negocios. Dos viajes separados por el tiempo y que me han permitido regresar a tan fascinante país.
Cada día mientras desayuno me acuerdo del inevitable Good Morning Vietnam, pero también miro atrás y puedo ver el inexorable paso del tiempo. En el espejo de la vida y de mi rostro puedo apreciar seis intensos años con todo lo hecho, visto y sentido, pero también con el cambio experimentado en el país tras mi primera visita.
Seis años apenas son nada, pero en Asia últimamente ocurren cambios demasiado aprisa. Ahora volvía a una ciudad a la que todavía muchos recuerdan y llaman por su nombre de Saigón, un nombre mucho más cinematográfico y literario que el local Ho Chi Minh que quizá sea demasiado complejo.
Despierto impregnando en sudor y me encuentro sobre la mesa con la corbata a un lado y las bermudas al otro. Todavía dormido me miro en el espejo y pienso en los seis años transcurridos, y mientras en la calle puedo sentir como el sonido de las motocicletas sigue rugiendo como siempre en Saigón…
Hoy la cita es : «No tuvimos infancias felices, pero tuvimos Vietnam». Manuel Leguineche
Palabras que salen del corazón, llegan al corazón. Y es un gran consejo, viajar a lugares que desconocemos, con un buen libro de historia, y a cada paso, impregnarnos de su cultura, aprehendiendola.
Éxitos en tus viajes y tu descrubriemiendo.
Abrazo de abuelo y nieto mochileros.
Martin y Ernesto