A menos de una semana para empezar un nuevo viaje es cuando siento el cosquilleo en el estómago. Los días que preceden a un viaje suelen ser intensos y me hacen recordar tiempos en los que estaba estudiando y no tenía dinero para viajar. Por aquella época solamente podía leer y ojear viejos mapas, era mi única forma para volar lejos.
No suelo planificar demasiado los viajes y me suelo guiar mucho por el instinto, las corazonadas o los impulsos. En mi caso la ropa entra en pocos minutos en la mochila, con unas mudas, camisetas, pantalones cortos, el bañador y una sudadera.
En cambio , lo que más me cuesta es seleccionar los libros adecuados que me van acompañar, son esas páginas que me llevo de viaje las que van a configurar una parte de la experiencia y del aprendizaje. Los libros en la mayor parte de los casos se van a convertir en piezas vitales y tremendamente importantes del viaje. En muchos casos la lectura me ayuda de forma mágica a comprender , y es que un buen libro de Historia, de viajes o una novela ayuda a mirar con otros ojos el lugar cuando lo pisas. El sentir, ver y vivir un lugar adquiere una dimensión diferente al recrearlo también con la lectura de un buen libro.
He pasado las últimas semanas buscando y pensando en los libros a llevarme para el presente viaje que empieza en unos días. Parto de viaje a Ucrania pero voy a hacer escalas de tres días a la ida en Cracovia y a la vuelta en Praga. La Historia del Este de Europa del siglo XX en su pura crudeza y dramatismo golpea de nuevo en mi puerta sin saber los aparentes motivos de elegir esos destinos. Algunas motivaciones para partir allí son una innata curiosidad, mi fascinación por la Historia reciente, o tratar de aprender en carne propia sobre lugares asolados por la barbarie del ser humano.
Pienso que de nuevo estoy en el Este, tenía pensado volver a Asia, pero sin saber realmente los motivos algo me ha retenido a volver al viejo telón de acero. A lo mejor es un punto y seguido o aparte en mi vida, pero necesitaba volver y ver con mis propios ojos lugares tan impactantes como Auschwitz o Crimea. La Historia con mayúsculas llama de nuevo a mi mochila y tras varios años deseando llegar a Ucrania parece que ha llegado mi hora.
De nuevo pienso y viajo por lugares que conformaron la vieja URSS, aquella inmensidad tintada de rojo que dividió al mundo en bloques. Aquellas tierras fueron terreno inhóspito y secreto que durante décadas estuvieron acotadas al viajero occidental. Y es que todavía hoy , muchos de esos territorios de la vieja URSS siguen siendo el auténtico territorio desconocido, el verdadero espacio en blanco para los viajeros occidentales.
Cuando estudiaba la carrera y no tenía dinero para viajar pasaba mucho tiempo ojeando libros en la biblioteca. En aquellos tiempos ojeaba viejos mapas y al acariciar aquellos Atlas podía soñar con lugares como Samarkanda, Bukhara , el lago Baikal o San Petersbrugo. Mis ensoñaciones infantiles y juveniles recreaban lo que sería viajar por aquellos parajes tan lejanos y desconocidos que abarcaban una parte colosal del mundo a medio camino entre Europa y Asia.Muchos años después pude pisar aquellos lugares que hace no mucho solamente eran puntos en aquellos manoseados Atlas.
Todo aquello que venía del Este parecía sonar a lejano e incógnito, pero sin el condicionante exótico que Asia me mostraba con Japón, el sudeste asiático, India o China. Desconocida y temida en Occidente yo podía intuir ya una tierra llena de diversidad. Una fascinante mezcla que yo deseaba algún día explorar para ver con mis propios ojos ese fascinante crisol de culturas, razas y religiones. Y es que bajo aquella cortina del telón de acero la vieja URSS resoplaba como un espacio del que apenas nadie sabía nada.
La caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de la Unión Soviética fueron durante muchos meses las noticias que abrían los telediarios, pero aunque yo los miraba con curiosidad, por aquellos tiempos mi mente y corazón estaba pegado a una pelota de baloncesto.
Los trenes me fascinan desde pequeño, así que por aquellos tiempos pensaba lo que depararía una aventura atravesar la inmensidad de la URSS en un Transiberiano que sin saberlo iba a recorrerlo una década más tarde.
Así que ahora tengo de nuevo la oportunidad de recorrer algunos de los terrenos que formaban parte de aquella inmensidad. El Mar Negro confoma de nuevo un cruce de caminos entre el comercio, la civilización y la barbarie que se cruza con la legendaria Ruta de la Seda. Y es así como el tiempo se cruza con la Historia reciente y los tiempos antiguos reviven de nuevo con mis recuerdos y sueños que van de los viejos imperios a las rutas comerciales que ya venían desde tiempos de los griegos.
A lo lejos siento como resuenan sonidos diversos y colores entre iglesias ortodoxas y viejas mezquitas. Avanzo de nuevo maravillado entre el caos y el poder vivir lugares que se cruzan con los recuerdos de un niño lector que soñaba con explorar tierras lejanas.
Ahora siento de nuevo como gentes eslavas se cruzan en la inmensidad con rasgos mongoloides de viejos nómadas a caballo.De repente el viejo Atlas cobra vida y se convierte en una mochila que será la puerta a unos sueños que de nuevo me llevan lejos…
Hoy la cita es : » En Rusia no hay caminos tan solo direcciones» Proverbio ruso
Que tengas un viaje estupendo !!!!! seguro que llegas con muchísimas experiencias nuevas y nosotros estaremos impacientes de tus vivencias un saludo !!!!
@Alhóndiga : Gracias, siempre resulta fascinante viajar por el Este, me interesa desde siempre esa zona del mundo con sus contrastes.
@Pau: Gracias Pau, veremos a ver lo que me depara la nueva aventura 🙂
Te espera un viaje cargado de muchas emociones, aquí estaré para seguir tus pasos
te deseamos lo mejor en tu nueva andadura, no puedes haber descrito mejor el sabor del Este. Estuve muchos años desde el 94 hasta ahora y te vamos a seguir con mucho interés!