Pocas veces en mi vida he tenido tantas ganas de madrugar, las horas pasaban muy despacio durante la noche, me costaba poder dormir, a las 6 de la mañana sonaba el despertador, tras dar varias vueltas en la cama y una ducha salí y a las 6.45 me estaba esperando Malik el conductor del motoricksaw para llevarme al Taj Mahal. Una de las maravillas del mundo, autentica foto insignia de la India y sin duda de los monumentos mas importantes del planeta, ademas de ser un lugar dedicado al amor.
Atravesamos Agra, con los primeros claros del día, todavía hacia un poco de fresco y una ligera brisa entraba por el ricksaw pero la sensación es agradable, entablo conversación con Malik sobre temas diversos. Un afable y simpático conductor de ricksaw.
A la llegada al Taj, me pongo en la cola hay unas 20 personas delante de mi, como en todos los monumentos y lugares públicos de la India, medidas de seguridad, militares y policías custodiando las entradas y haciéndonos pasar por detectores de metales, me obligan a dejar la mochila y solo puedo entrar con las gafas de sol, la guía trotamundos, la cámara de fotos y mi libreta de notas moleskine. En la a entrada antes de divisar el Taj se ven las puertas sur, este y oeste. Allí estaba Samara, la viajera australiana esperándome para visitar juntos el Taj, algunos guías nos acechan pero decidimos rechazar sus servicios.
Pasamos una puerta de entrada y ante nosotros aparece a lo lejos con una majestuosidad absoluta el Taj, ese monumento al amor del emperador Sha Jaha a su amada y bella Mumtaz Mah y la máxima representación del arte mongol. El blanco del mármol del Majestuoso Taj se mezclaba con una leve niebla y los primeros rayos de sol. El amanecer, confiriendo una tonalidad de colores, que hacían de esos momentos, instantes irrepetibles.
Me traslado en el tiempo y me veo con 10-12 años pasando las paginas de libros con las maravillas del mundo, allí estaba el Taj y a mi mismo me decía, algún día espero poder ir y ver eso con mis propios ojos, me entra una gran satisfacción el estar allí, pudiendo ver como los estanques de agua reflejaban la belleza del Taj, Samara y yo continuábamos caminando, tomando algunas fotos y hablando un poco de nuestras vidas.
Ibamos caminando y llegando al edificio, un brillo especial por su coloración blanquecina, un blanco majestuoso por el mármol y grandioso momento en mi vida, avanzamos y accedemos al Taj y a las dos mezquitas que le flanquean a la izquierda y derecha.
Para ello nos tuvimos que quitar los zapatos, siguiendo la tradición musulmana, algunos viajeros van descalzos, nosotros llevamos calcetines, pero podemos sentir el tacto que desprende el suelo. A izquierda y derecha estaba rodeado por majestuosas mezquitas de color rojo-anaranjado.
Dentro me encontraba con Bob, un viajero ingles que había encontrado cenando en el Sonu (restaurante de main bazar en la vieja Delhi). Caminamos, deambulamos, conversamos, reimos y nos asombramos de la capacidad del hombre de construir lugares asi.
Un abrazo de Iván
Hoy la cita es: «El destino de muchos hombres depende de que haya habido una biblioteca en su casa paterna» . D’Amicis
India…que envidia!!! Pásalo bien, figura!
Que ganas de ir tengo!!!
Muy buen reportaje del lugar. Eres un viajero experimentado. yo no planifique mi ultimo viaje y lo he pasado bastante mal estos ultimos dias. Creo que es lo mejor, llevar muy claro lo que quieres ver y hacia donde ir.
Ya está. Como si hubiera estado allí. Gracias, Iván. Guardamos las postales.