El viaje y la aventura vividos en carne propia se cruzan con diversos libros que van pasando por mis manos y que me acompañan en el transcurrir de la vida. Muchas veces pienso que quizá debido a ellos soy parte de lo que soy. Gracias a esas lecturas uno puede proyectar no solamente viajes, sino también la propia vida y un sin fin de ensoñaciones que con algo de suerte, trabajo y empeño algunas veces pueden convertirse en realidad.
Por sus páginas legendarias he sentido desde niño la curiosidad para ir en busca de conocer lugares donde se encuentra esos paisanajes que siempre nos reivindican los buenos de Leguineche y Kapuscinski. Entre todos los caminos del mundo siempre hay uno que sobresale y que aparece cuando menos me lo espero. Como si de un fantasma eterno fuera llama a mi puerta sin avisar y se cruza con muchos sueños o leyendas, se trata de la legendaria y vieja Ruta de la Seda. Un viejo cruce de caminos que en plena época de internet me lleva a volar con la imaginación a un tiempo de leyendas, misterios y donde las viejas caravanas llevaban no solamente sedas o especias, también conocimiento y cultura en su máxima expresión.
El sonido del viento ruge con fuerza entre desiertos mientras se cruza con el majestuoso color de unas montañas que se acoplan a un cielo azul brillante. A lo lejos puedo recordar algunas de esas ciudades maravillosas que un día fueron el lugar de reposo y comercio para unas gentes que ponían en contacto mercancias, culturas y saberes.
Allí descansan leyendas de aquellos que nos precedieron con un rico legado que es la llama eterna para que muchos otros a lo largo de sucesivas generaciones hayan soñando con el viaje y la aventura de explorar. Puedo viajar en el tiempo para recrear mi realidad con una lectura que me hace sentir de nuevo algunos de aquellos lejanos caminos. Viajar no solamente por el ansia de llegar sino también por la indescriptible experiencia del IR y tener la capacidad de aprender de lo que nos muestra y ofrece el camino.
Pasan los años, cambian las circunstancias o la gentes, pero mientras avanza mi propia vida aquellas palabras y viejos lugares siguen cruzándose en mi camino. Solamente pude viajar y conocer Uzbekistán y Kirguistán, pero aquel vetusto cruce de caminos aparece de nuevo cuando menos me lo espero. Libros, viejos mapas, bolas del mundo, y grandes nombres de la Historia juegan entre si y se cruzan por aquellos caminos con la compleja realidad geopolítica de nuestro tiempo. Y es ahora mismo cuando aquellas nobles y viejas palabras de la Ruta de la Seda resurgen de nuevo en mi conciencia como si de un milagro fuera.
Pienso en que han pasado los siglos, lejos quedan los días de su explendor, pero de alguna forma un halo de misterio y leyenda emana de aquellos viejos caminos. Ciudades legendarias, pueblos milenarios, caminos inhóspitos,viejos imperios, culturas y antiguas religiones que se acoplan a paisajes extremos con el peso de su propia leyenda . Y es así como muchas cosas se cruzan en aquella vieja y misteriosa ruta que sigue fascinando a viajeros de todas las épocas.
El halo de misterio se conecta en pleno siglo XXI , y es que a pesar de la globalización emociona solamente imaginar y sentir la ruta terrestre que une los pueblos del Mediterráneo con la lejanía del extremo oriente de Asia. Y es así, como caminan muchos fantasmas y sueños a través de una red anárquica que se cruza como si de una tela de araña fuese.
Ahora avanzo maravillado por las páginas de Asia Central para llegar de nuevo a una Ruta de la Seda que emana misterio, leyendas y magia por los cuatro costados. Los «Demonios extranjeros de la Ruta de la Seda» me transportan a un fascinante mundo de viajeros, comerciantes, misioneros, aventureros y arqueólogos. Hace pocas semanas me maravillé también por aquellos viejos caminos, me fascinaba avanzar en la lectura del extraordinario libro «La Ruta prohibida, de Kabul a Samarkanda«.
Caminos, búsquedas, encuentros y desencuentros a lo largo de la ruta más importante de la historia del mundo. A lo lejos resuenan los ecos de las viejas mezquitas, reluce el el indescriptible color de las cúpulas y se aprecia el aire de lugares que te hacen pensar que estás muy lejos de donde vienes.
Ahora que paso las páginas y me encuentro con Sven Hedin y Aurel Stein siento que estoy de nuevo allí . Y pienso que es quizá como un reflejo de la propia vida, saber que entre la dificultad y los problemas aparecen las realidades que las fachadas pretenden esconder. Un sentimiento donde tanto la vida como el viaje nos dan aprendizajes y mensajes que nos deben acompañar por nuestro discurrir diario.
Lecciones de aquellos viejos caminos que me hacen pensar que la Ruta de la Seda sigue dando muchos aprendizajes. Misterios y leyendas que aparecen tanto entre sus caminos como entre los libros que hablan de ella .
Y ahora al calor de un hogar y un viejo libro siento como siempre me acecha su leyenda , vienen a mí los ecos de aquella fantasmagórica red que sigue siendo eterna y fascinante…
Hoy la cita es: «Es un lugar, una suma de lugares, donde las identidades, las épocas y culturas se mezclan y confunden. Un caleidoscopio. Un río donde las naciones dejan de tener sentido. Un espacio de mestizaje por definición, en el que reina una fértil impureza. Resulta muy interesante recorrerla. Seguirla es seguir la diversidad». Colin Thubron
Que grande! yo me hice el verano pasado con unos colegas la ruta, de Cádiz a Mongolia en Furgoneta, 3 meses nos pegamos, pero merció la pena! sobre todo Mongolia y Kazhakstan nos encantaron. Lo único que eché de menos fue un poco de Surf.
Interesante post. Ojalá algún día pueda ir a conocer la ruta de la seda y todos sus secretos e historias guardadas.