Llevo ya un mes viviendo en Granada, es mi nueva ciudad por motivos profesionales y desde aquí espero proyectar algo de mi conocimiento al mundo. Desde la empresa donde trabajo Domca voy a intentar aportar mi granito de arena en diversos mercados internacionales. Supongo que Granada es uno de esos lugares o enclaves especiales donde se juntan de forma sensacional y mágica aquello de la Historia y los cruces de caminos. Mi vida siempre ha ido acompañada e impulsada por libros y viajes, de tal manera que uno se identifica con lecturas, con lugares y con los recuerdos de las vivencias.
Algunos de esos libros permanecen por diversos motivos y uno de los especiales es sin duda León el Africano del gran escritor e intelectual Amin Maalouf. Leí el libro hace bastantes años, estaba viajando por Italia y pude disfrutar de la lectura pisando algunos de los lugares de los que iba leyendo. Estar en las plazas de Roma y Florencia viviendo la Historia en carne propia y gracias a un libro es algo que no tiene precio.
Aquel libro nos llevaba a una época que iba a acabar con la convivencia religiosa que se daba en la España de las tres culturas. Fruto de la Historia estamos ante unos tiempos llenos de cambios y de descubrimientos, pero también de expulsiones como la de los árabes y los judios. Aquel libro empezaba de forma magistral en Granada y lo hacía con la que probablemente es una de las mejores primeras páginas de cualquier libro que he leído en mi vida, decía así:
“A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía.
Mis muñecas han sabido a veces de las caricias de la seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios.
Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano.
Y tú permanecerás después de mí, hijo mío. Y guardarás mi recuerdo. Y leerás mis libros. Y entonces volverás a ver esta escena: tu padre, ataviado a la napolitana, en esta galera que lo devuelve a la costa africana, garrapateando como mercader que hace balance al final de un largo periplo.
¿Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en el Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia.”
Amin Maalouf y León el Africano representan en su pura esencia el cosmopolitismo que siento y con el que siempre me he identificado. Gente que nace aquí o allá y que sabe de donde vienen sus raíces pero que de forma voluntaria hace que se extiendan a lo largo del ancho mundo. Cruzar pueblos, lugares, culturas, paisajes, lenguas, razas, gentes y los crisoles diversos que hacen del mundo y de la propia vida algo sensacional y mágico. Alumbrar la propia vida con viajes, libros y sobre todo con gentes que nos hacen seguir aprendiendo de esos caminos que se recorren.
Granada representa una nueva etapa en mi vida, tanto a nivel personal como personal. Cada vez que camino por ciertas calles y escucho el sonido de los pájaros o del río no puedo dejar de recordar al bueno de León el Africano. Su latido resuena en mi conciencia y en el recuerdo pienso en todas esas aventuras que he vivido en carne propia pero también gracias a lecturas fantásticas.
Sueños de ir que se van cumpliendo poco a poco con la pausa que dan los años y el discurrir tranquilo por los viajes humanísticos con los que tanto me identifico. Así que aquí estoy, caminando muchas veces a través de la senda imperecedera de un León el Africano que me inspiró como pocos libros han hecho en mi vida. De nuevo la magia de la literatura y la vida se cruzan sin quererlo en el apasionante viaje personal que uno emprende de nuevo.
Ahora pienso muchas veces en otros viajes y en aquellos libros que me llevaron lejos para después traerme de vuelta hasta una ciudad por la que uno siempre ha sentido especial cariño a pesar de no haber nacido aquí.
La propia vida no tiene libro de instrucciones y los cambios aparecen para traernos sorpresas y caminos que desconocemos . Y aquí en Granada recuerdo la inocencia del gran León el Africano mientras pienso en la mía y en todas esas puertas que están por abrir…
Hoy la cita es : “Nací en un planeta, no en un país” Amin Maalouf
Granada no es un mal sitio para quedarse a vivir, de primeras su gente, su paisaje y sobretodo la Alhambra, que más se puede pedir
Hoy la cita es : “Nací en un planeta, no en un país” Amin Maalouf
Muy buena la cita!
@Pau: Por aquí os espero a todos , cervezas con buenas tapillas y las risas habituales de siempre 🙂 .
@Dani: Esa primera página del libro es oro puro, el libro es una pasada llena de mil aventuras. Un libro sensacional.
@Gonzalo: Pues ya me dices figura, por aquí te espero.
Iván, seguramente pase por Granada el jueves que viene. Ya te contaré…
Realmente esa primera página de «León el Africano» es fenomenal. Un abrazo Iván.
Tendremos que ir a visitarte ¿no?
Hola Catherine. Thanks for your nice words, greetings from Granada to Wanaka 🙂
Thank you Ivan this piece which reinforces the beauty of possibility in our lives.