Fue el geógrafo Ferdinand Freiherr von Richtofen quien en el siglo XIX acuñó el nombre de Ruta de la Seda para referirse a un conglomerado de caminos que unían China, Asia Central y la vieja Europa. Hoy en día, a pesar de que estamos en pleno siglo XXI y en la era de Internet, un chispazo de emoción surge solamente con nombrar el nombre de tan singular ruta.
Generación tras generación, aquellos caminos permanecieron inquebrantables en los anhelos y sueños de viajeros, exploradores, comerciantes, espías, militares y aventureros. A través de los complejos territorios de Asia Central ha estado emanando una energía especial durante muchos siglos, como un símbolo mágico que parece atemporal y donde el viaje se conecta de forma inexorable con la Historia y la aventura.
La Ruta de la Seda subyace como un legado mítico y especial que ha sabido mantenerse a pesar del paso del tiempo y el decrecimiento de su importancia comercial. Y es que en cierta forma, a poco que soñemos, nos sigue recordando a una época distante y lejana a la nuestra. Tanto en los viajes de antaño como en épocas recientes, la Ruta de la Seda tiene un aura de romanticismo y un halo de misterio que en su mayor parte ya no existe. Pero ya se sabe, como si de un fantasma se tratara, sigue viajando a través de libros, relatos y hechos, atravesando el subconsicente y la imaginación de una gran cantidad de viajeros.
Los caminos entre China, Asia Central, Oriente Medio, la India y la vieja Europa han estado unidos desde tiempos antiguos. Mucho antes de que el famoso geógrafo centroeuropeo pusiera nombre a tan singular ruta, ya habían fluido el comercio, las ideas y las religiones durante muchos siglos, atravesando desiertos, cordilleras, mares y ciudades históricas.
Desde las históricass Xi´an o Kashgar en China, atravesando Samarcanda para llegar al Mediterráneo en las legendarias Constantinopla o Venecia, una ruta de miles de kilómetros conectaba Asia y Europa, hibridando la Historia del mundo y de los seres humanos.
A lo largo de los últimos dos milenios, han sido muchos los nombres que han dejado huella en tan singular ruta, desde los chinos Zhang Qian o Fa Xian a los europeos Marco Polo, Ruy González de Clavijo o Guillaume de Rubrouck.
Culturas, comercio, lenguas, religiones e ideas que atravesaban geografias, regiones y pueblos, desde el chino al centro-asiático, desde el persa al árabe, desde el turco al europeo, una riqueza de mestizaje que ha ido evolucionando con el inexorable paso del tiempo y el discurrir de los siglos.
La Ruta de la Seda ha visto como imperios han subido y caído, desde el Mongol de Gengis Khan y sus descendientes al de aquella no tan lejana Unión Soviética. Su presente va conectado con Asia Central, con las caóticas y complejas Repúblicas Centroasiáticas, los tanes navegan en el paso del tiempo alejados de Moscú y acercándose a potencias como China o Estados Unidos según sean sus intereses.
Samarcanda, Bukhara o Khiva en el actual Uzbekistán con sus minaretes y su colorido siguen siendo ciudades que recuerdan aquellos tiempos lejanos de caravanas, comercio e ideas. Y aunque algunas veces aparecen vestigios del pasado, otras en cambio subyace el inexorable paso del tiempo. Como en tantas otras cosas de la vida, la Ruta de la Seda ha pasado del apogeo al ocaso, de su vitalidad al olvido, pero durante los últimos tiempos parece que empiezan a escucharse ecos de un posible resurgimiento.
La China de hoy ruge con fuerza y siempre busca expandir sus miras comerciales a la mayor parte de los confines de la Tierra, y es en los pasados años cuando ha vuelto a resurgir el legendario camino que le unía desde tiempos inmemoriables con el lejano Oeste.
Infraestructuras en forma de carreteras, vías féreas o puertos de mar que tratan de estrechar lazos, pero que también están conectados con los intereses comerciales, estratégicos y geopolíticos del gigante asiático.
Oleoductos y gaseoductos que nos recuerdan de nuevo aquel Gran Juego entre Rusia e Inglaterra en territorios de Asia Central. Problemas de seguridad, extremismos religiosos, incertidumbres políticas y el contraste entre el pasado y el futuro.
«One Belt, One Road», de nuevo resuenan los ecos de la Ruta de la Seda de la mano de una China que está intentando volver a hacer renacer el legendario cruce de caminos. El comercio y la geopolítica de nuevo entre Oriente y Occidente, desde Yiwu a Madrid, desde Wuhan hasta Hamburgo...
Hoy la cita es: «Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia» Aldous Huxley
Espero que te haya ido muy bien estas semanas en la «nueva» Ruta de la Seda